Empeoró, vaya si empeoró. Si la primera temporada creció para entrar a codazos dentro del policíaco contemporáneo, esta segunda ha tirado el crédito por la borda. Vaya veranito que estoy recuperando, chicos; con las reseñas de cómicos nos irá mejor…
La serie ha multiplicado el gran fallo de su debut. Esto escribía yo entonces: “A pesar de sus bondades, la mayor pega de Luther -aunque suene a boutade– es el propio Luther. Hay algo que falla en él. Aún no alcanzo a saber si es un problema de escritura del personaje o de la forma que tiene Idris Elba de encarnarlo. Su angustia interna: no termino de encontrarla justificada en el texto, no al menos como consecuencia de ese muerto con el que carga desde la secuencia inicial. ¿Un tipo tan duro tan afectado? ¿Que flirtea con el suicidio? Peores cosas habrá visto, él, que almuerza cada día con el terror…”.
Nada. El pus no drena. En una de las primeras secuencias, así, sin anestesia, sorprendemos a nuestro héroe coqueteando con la ruleta rusa. Uf. Mi problema, obviamente, no es la ruleta rusa sino la tostada con mermelada de después. ¡Un tipo así de desequilibrado por los fantasmas de su trabajo solo debería ingerir napalm, como un Pérez Reverte! No me extraña que en el primer periódico de Gran Bretaña se mofen así de nuestro héroe: “How to be… Luther“.
Pero, como aventura el crítico del Guardian, quizá en tanto exceso radique su brillantez: en la incapacidad de la serie “para entender el concepto de sutileza”. Bah, borremos el quizá de la frase anterior. El crítico del Guardian estaba siendo irónico.
Este año, Luther optó por cambiar la fórmula: en lugar de seis capítulos con una historia de fondo y tarados criminales a los que enfrentarse cada martes, los creadores han optado por tres grandes tramas para cuatro entregas. Una -bastante rocambolesca- que atraviesa los cuatro capítulos y donde Luther “El Intenso” se ve envuelto en una desventura de sexo, mentiras y cintas de vídeo. Le crucifican la mano (con lo grandote que eres, ¿cómo te dejas chulear así?), se carga a los malos malísimos de un manotazo y acaba comiéndose un heladito de vainilla, así que aquí paz y después gloria.
Las otras dos tramas son los casos autoconclusivos de rigor: cada una extendida en dos capítulos. ¿Por qué? Porque la idea era hacer dos TV-movies de hora y media cada una. La primera historia deja sorprendentes momentos de terror (brillante el cliffhanger del primer episodio), pero la resolución escoge la senda del efectismo slasher antes que la de la inteligencia policial. Ah, sí, lo del concepto de sutileza, es verdad.
La segunda trama (los dos últimos capítulos) podría titularse “Los gemelos psicópatas”. Visualmente turbadora en muchos momentos, la peripecia narrativa del horror por el horror es empujada hasta un punto donde todo parece una (auto)parodia. El Londres enfermizo e insano que retrata Luther también debe esconder alguna viejecita cruzando la calle con ayuda o, incluso, algún gatito siendo rescatado de la copa de un pino. Joer.
En definitiva, creo que la segunda temporada ha empeorado tanto por un defecto de escritura como por un aumento de ego de Idris Elba, productor de su propio lucimiento. Me huele que lo primero es consecuencia de lo segundo. No entiendo, si no, la gracia de deshacerse de un personaje tan sabroso como la temperamental jefa Rose Teller (estupenda Saskia Reeves) para sustituirla por un personaje con una superioridad moral de plastilina (la detective Erin Gray, encarnada por la nigeriana Amuka-Bird). Tampoco entiendo lo de la perversa Alice, el personaje-bombón del primer año. Sí ha seguido en el tablero, pero su presencia en la partida ha resultado testimonial y narrativamente confusa. Dinamita mojada. Como toda esta segunda temporada.
¡Y, encima, al difuminarla en la historia, me han jorobado mi nueva cabecera!
satrian
Para mí lo que ha perdido esta segunda es esa angustia de Luther, con un par de escenitas con pistola, con un clavo, que luego se solucionan con una tostada y una venda puesta por la lolita de turno, así no se moldea un personaje, los casos no estuvieron mal, los diálogos tampoco, las resoluciones un poco pilladas por los pelos pero bueno, pero la trama psicológica se ha evaporado como la lluvia en día de verano, y con ella Alice, en fin, que sí, una segunda temporada de Luther, pero no el mismo Luther.
javier
Totalmente de acuerdo con tu analisis. Luther sin Alice no es Luther. Qyeda todo como simplón. Hay una escena, sin embargo, que me gustó. La que el comisario hace el truco del tic con el loco de los juegos de rol. Me recordo a los gloriosos interrogatorios de McNulty y Bunk en the wire.
mcnulty
Pues a mí que se me ha hecho corta esta temporada… No me da tiempo de meterme en el personaje de Luther. Todo acaba tan rápido…