1. La bala dorada
Guau, el viaje ha merecido la pena. Vaya bofetón de Boardwalk Empire. ¡Así se termina una temporada, demonios! No hay que profundizar en la poética de Aristóteles para saber que abrochar las tramas se presume crucial para cualquier relato, más aún si es episódico. ¿Por qué? El relato serial es, por definición, un aplazamiento de la clausura. El último capítulo ha de cerrar el círculo, encajar las piezas para que el dibujo obtenga pleno sentido. Aquí ha sido modélico. Por eso, aunque se me enfaden Jaina o Miss McGuffin, hay que volver a Lost por dos razones: 1) porque es un referente de la cultura popular que todo el mundo conoce y, por tanto, resulta extremadamente pedagógico; 2) porque la serie de Abrams & friends sigue siendo el paradigma del relato serial. Tres comparaciones más entrarán en danza: Juego de tronos, Breaking Bad y Sons of Anarchy. Desefunden, que la metralla trae espoilers…
2. La bala aristotélica
La medida de una serie es la temporada, lo he repetido muchas veces. Aquí es donde se cuela Aristóteles por la banda: el otro día explicábamos cómo Sons of Anarchy se autoexpulsaba en los minutos de descuento. Los redaños que no tuvo Kurt Sutter, los ha puesto sobre la mesa Terence Winter en Boardwalk Empire. De este modo, el sabor global de la temporada adquiere muchísimos más matices. Abrir, sembrar, recoger y cerrar. El disparo de Nucky a Jimmy Darmody tiene todo lo que un buen final reclama: sorpresa mayúscula sin saltarse las reglas, coherencia interna en las acciones de los personajes, cierre de la trama principal y las secundarias y relanzamiento del relato para la siguiente temporada. Endiabladamente perfecto. Yo, como todo el mundo (¿alguien lo vio venir?), pensé que la pareja protagonista, tras su tormentosa relación a lo largo de estos doce capítulos, terminaría reconciliándose, regresando a la dinámica de la primera temporada: papá Nucky pone la política y el hijo Jimmy hace el trabajo sucio. Era lo esperado, pero por razones extratextuales: como espectadores sabemos que los protagonistas están en pista hasta el último cuarto; estas voladuras pueden ocurrir en últimas temporadas exclusivamente. Por eso es tan corajudo el final de este segundo año, porque lleva la coherencia interna del relato hasta sus últimas consecuencias. El movimiento -que tiene mucho de suicida si se administra mal- se antoja incluso más radical que lo ocurrido en Juego de tronos. Porque aquello era una serie coral, mientras que la epopeya de Atlantic City despliega –desplegaba– un juego de espejos entre dos protagonistas. Nunca había visto una ruptura así en el relato televisivo.
3. El disparo intertextual
Aventurarse en el género de gángsters en pleno siglo XXI constituye un ejercicio de nostalgia fílmica. También de autoconsciencia. Muchos de los personajes que pululan por Boardwalk Empire han sido protagonistas de filmes de la edad dorada (Capone especialmente). El estilo también destila reflejos del propio Scorsese, de Coppola o de Los Soprano. Esto ubica forzosamente al espectador ante un muro de referentes que, de repente, relajan máscara y se lanzan al homenaje directo. El más notable, como ocurría el año pasado, ha sido pegarle un reluciente fregado a la secuencia de montaje de El padrino. Una secuencia compleja barnizada de ironía, con boda en lugar de bautizo: la voz en off de Esther Randolph, preparando su discurso acusatorio, es sistemáticamente desmentida por las sangrientas imágenes.
4. La bala freudiana
Adquiere otro sabor tras la season finale, cierto. El gesto final de Darmody -entregándose a la muerte, acudiendo inerme a la cita con Nucky– establece una trágica continuidad con ese chico maltratado por la vida, engullido, literalmente, por la zorra de su madre. Una sombra griega: huir a la guerra para escapar de la mantis y volver como un muerto viviente. Y lo demás es silencio. Destino. Dioses jugando con humanos. Lógico que en los últimos compases los protagonistas citen el Julio César de Shakespeare. Entendiendo todo esto, el extraño capítulo 2.11. no funciona precisamente por lo surrealista que queda la puesta en escena del incesto. Esas mermeladas edípicas cuajan en la sugerencia, desde la penumbra del detalle, pero se diluyen al ser verbalizadas. Salvo que seas Ryan Murphy, quedan ridículas y… forzadas, sobre todo si pretendes cerrar el círculo del mito matando al padre al final del mismo episodio. ¡Cómo les gusta a los críticos enarbolar, entonces, las interpretaciones fálicas, qué pereza (véase la foto de abajo)! Antes de ese capítulo en flashback, la ambigüedad rellenaba los huecos con mayor eficacia artística y narrativa, porque el espectador de esta serie no lo quiere todo masticadito y deglutido. No es la única mala pasada que le juega la obsesión trangresora de la HBO a la serie.
5. La bala gore
Se trata de subir el envite, de transgredir exhibiendo una galería de revientanucas. Sin embargo, ser duro no es una cuestión estética, sino ética (que se lo pregunten a Raylan Givens o Gus Fring). No, no estoy diciendo que una serie de gángsters tenga que poner a viejecitas cruzando la calle. Qué va. Ha de haber sangre, al igual que ha de haber vísceras en una de zombies. Sin más: lo que detesto es el morbo, cuando se les va la mano, cuando sustituyen la elegancia narrativa por la facilidad del shock, cuando se espectaculariza la sangre como fin en sí mismo, cuando, en definitiva, se abusa de lo explícito para escandalizar. Sí, sucede: Eli haciendo papilla un cráneo, Owen rebanando dedos en lavabos, la carnicería en pirámide invertida del sensacional Manny Horvitz o ese travelling circular que nos enseña el agujero humeante en la nuca del tesorero.
6. Pólvora melancólica
Uno de los problemas de la serie es que, dada su complejidad narrativa, hay personajes secundarios a los que les falta algo de vida. Si no vida, sí empatía con el espectador. El gangsterismo es gélido y sangrante, así que apenas deja resquicios para la cotidianidad de los personajes. Porque los asesinos adquieren humanidad en su ámbito doméstico. Torrio, Luciano o Halloran no tienen cara B. ¿Recuerdan aquel vapor del que hablábamos? Pues eso. Ahora bien, hay dos secundarios que multiplican el alcance emocional de la trama: Angela Darmody y Richard Harrow. Su complicidad artística proviene de ese aire melancólico que comparten. Dos soñadores. Dos almas en la cuerda floja, atrapadas en cuerpos que rechazan: una por su sexualidad, el otro por su cara deforme. Algunos de los momentos más sensibles de la serie les tienen en cuadro, en doble sentido: Angela retratando a Richard, la única capaz de ver más allá, de encontrar belleza en el horror de su rostro. Por su parte, el guardaespaldas de Darmody parece el único capaz de valorar la grandeza humana de Angela (otra víctima de Gillian, en definitiva). Qué gran actor es Jack Huston. Debe de ser su voz metálica, el dolor de su mirada, la máscara sonriente, su lealtad de perro fiel o su vergüenza de monstruo, qué sé yo. Es un personaje fascinante se mire por donde se mire, que ha ganado enteros esta temporada, hasta el punto de que mi capítulo favorito -con permiso del cierre- es el 2.5., el de su suicidio frustrado en medio del bosque. ¡Cuánto lirismo!
7. La bala de plomo
Van Alden era un personaje interesantísimo hasta que lo convirtieron en un psicópata. Un plomo de tío (en esto discrepo del amigo Molti). Además, nada bueno podía salir de emparejarlo con la pesada Paz de la Huerta. Conforme el agente iba apartándose del caso Thompson, su trama quedaba más descentrada. Mejor perro de presa parece la fiscal Randolph, francamente. Así que, a pesar de buenos momentos como el regalo del gramófono, la de este iluminado ha sido la línea menos atractiva del año. Ahora Cicero parece el espacio idóneo para calentar banquillo. Porque, además, cuando la Historia (con mayúsculas) reclame a Capone en Cicero, Boardwalk Empire ya tiene emboscados a sus agentes por la zona. Previsión narrativa lo llaman.
8. El balín religioso
Un género tan masculino siempre ha contado con personajes femeninos fuertes. Margaret Schroeder es de los más enigmáticos: la fragilidad física de hambruna irlandesa se combina con la inteligencia que desprenden sus ojos, de modo que el espectador nunca sabe si sus emociones son reales o fingidas. En un fantástico detalle de actuación de los últimos minutos de la temporada, su mueca nos desvela cómo se da cuenta de que Nucky sigue engañándola (“Jimmy se ha reenlistado en el ejército”) y todo el rollo del casamiento ha sido un juego de máscaras. De acuerdo, la venganza es un plato que se sirve frío: ahora son las tierras entregadas a la Iglesia; más tarde será Nucky en bandeja de plata para los tribunales. El anguloso personaje interpretado por Kelly MacDonald ha sufrido un tiovivo de emociones este año: desdicha por su pasado, celos de sus criadas, lujuria hacia Owen y culpa por la polio de su hija. Pero ni siquiera la vertiente religiosa ha conseguido doblegar la faceta que mejor domina la ahora señora Thompson: la ambición. Demasiado lista para tener remordimientos. Sus barreras morales han ido cayendo y lo seguirán haciendo; simplemente, tardan un poquito más por aquello de la educación en valores cristianos. Ya emerge una Nucky en versión femme fatale. Por eso es un personaje tan estupendo, porque es una superviviente marxista: “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”.
9. La bala negra
Me parece un acierto que en su intento por recontar, aunque sea metafóricamente, la historia estadounidense, Boardwalk Empire no se olvide de la cuestión racial. Nadie duda que los del Ku Klux Klan eran unos hijos de perra; lo interesante es poner una comunidad negra capaz de devolver el golpe, incluso con intereses. En su proceso de desmitificación, los negros de Boardwalk Empire distan de ser unos “Tío Tom”. Al contrario, liderados por el manipulador Chalky White y con Donn Pursley como brazo ejecutor, los afroamericanos comparten el nivel de corrupción, maquinaciones políticas y crímenes de sus hermanos blancos. En las huelgas que montan lo de menos son los derechos. Chalky mueve peones con la misma soltura que Nucky y aprieta el gatillo con la facilidad de un Jimmy. Esto es igualdad y lo demás son tonterías.
10. Un cartucho de perdigones
-Si tuviera que elegir al mejor actor de una serie de tanto talento actoral, no sabría a qué carta quedarme. Steve Buscemi con sus andares hacia dentro y su voz nasal, Gretchen Mol con su sensualidad de libélula, Stephen Graham con su acento italiano y sus maneras nerviosas o el sorprendente cambio de registro de Charlie Cox tras Encontrarás dragones. Me la juego: Michael Pitt exhibe un carisma especial, atormentado, siempre a punto de explotar, capaz de cargar él solo con el peso de toda la serie. Contemplativo en esos momentos finales, tras despedir a su hijo con un sombrero. Mi favorito. Au revoir.
-A diferencia de Mad Men, Boardwalk Empire sí puede permitirse exteriores de época. Los espectaculares decorados y el vestuario resultan soberbios. Sin embargo, este año destaca cómo han sabido sacar partido a lugares neutros históricamente: el bosque y la playa se han teñido de tonalidades melancólicas, elevando la potencia dramática mediante una fotografía delicada, sutil, tristona.
-Merece la pena regresar a la escena del asesinato de Darmody. Ejecutada de forma magistral, lo tiene todo: ambientación lúgubre, el simbolismo de la estatua del soldado caído, el ritmo lento que dilata la tensión hasta hacerla insoportable . Un disparo. La tos del ahogado. Picado. Contrapicado. Otro disparo. Y esta conversación entre Nucky y Jimmy:
Darmody: Morí en la trinchera, hace años. Creía que lo sabías. (…) Mi primera vez estuve vomitando. Dos días seguidos. La segunda vez ni tan siquiera lo pensé. Lo superarás. Lo único en lo que tienes que preocuparte es cuando te quedes sin bebida, sin compañía, y el único que quede para juzgarte seas tú mismo. [¡¡Pum!!]
Nucky: No me conoces, James. Nunca me conociste. Yo no busco el perdón.
http://www.youtube.com/watch?v=YZS6_vv43Ac
-Hace un par de años elaboré una lista con los mejores finales de temporada. Cuánto ha envejecido. Faltan la cuarta de Dexter, la cuarta de Breaking Bad y, disputando el primer puesto, esta segunda de Boardwalk Empire.
-Ahora que Jimmy no está, ¿respetarán la Historia? ¿Quién podría ser el verdugo: Luciano, Capone, Harrow? ¿Quizá Margaret? ¿Qué bala acabará con el bastardo de Nucky Thompson?
Luissss
Una temporada soberbia, donde no han parado de crecer personajes como Jimmy, Richard, Margaret o Gilliam, alcanzando un nivel de complejidad moral y psicológica tremendo. Lo de Nucky es increíble: imprevisible, astuto, completamente amoral…
Si dije que la cuarta de \’Breaking Bad\’ había tenido varios capítulos débiles, este temporada de la serie creada por Terrence Winter sólo ha tenido un dudoso: el 2.11, donde, como muy bien apunta Alberto, lo implícito se hizo explíciti a base de un recurso tan extraño en la serie como el flashback. Aunque el final de dicho capítulo, entre lo mitológico y lo freudiano, me encantó.
Es la mejor temporada que he visto este año, y no sólo por su \”redondez\”, sino porque se la ha jugado más que ninguna otra con ese portentoso final. Nadie está a salvo en Atlantic City.
Por último, me gustaría señalar que esta serie tiene una alta carga metafórica en un sentido tanto mitológico como bíblico, como esa relación cainita entre Eli y Nucky, aunque al final, como dijo Nucky: \”La sangre es más espesa que el agua\”. Alberto, ¿qué te parece esta relación entre hermanos?
Saludos.
Álvaro Montaner
Como bien comentas el final de la temporada es, cuanto menos, sorprendente. Sin embargo, pese a quien pese, era el único final posible al final puesto que hacer una tercera temporada con la misma guerra fría entre Jimmy y Nucky hubiera sido un tanto repetitivo y algo cansado para el espectador.
En cuanto a tus balas hacia el señor Thompson la número seis es una de mis favoritas. Cuando Manny Horvitz asesina a Angela Darmody fue un golpe de efecto enorme en la temporada. Despues Richard Harrow es, bajo mi punto de vista, el mejor personaje de esta serie. Siento una gran predilección por él y, como bien apuntas, la voz metálica de Jack Huston (gran interpretación) hacen que sea un personaje que llame la atención. Esperemos que durante la tercera temporada de Boardwalk Empire siga en el elenco.
Una gran entrada. Enhorabuena.
Saludos.
Álvaro Montaner
Se me olvidó apuntar que una de las mejores escenas de la temporada, bajo mi punto de vista, es en la que Richard Harrow se abre ante Angela. La forma en la que habla de su hermana Emma es muy emotiva. Para mí, la mejor escena de la segunda temporada.
Julen
A esto me refería yo con Sons of anarchy, menos mal que Terence Winter tiene lo que Sutter no!
Una magnífica temporada!
Saludos de la palomita!
Heisenberg Dufresne
Si te has dejado alguna bala en la recámara dispárala, por favor, porque menudo artículo has escrito.
\”Boardwalk Empire\” ya la disfruté en su primera temporada y esta segunda solo ha hecho nada más que afianzar su calidad.
Por cierto, este trailer no lo vi y lo pongo por si os interesa:
http://youtu.be/g_C_c7oZacA
arasha
de nuevo, un artículo a la altura de la serie y del cierre de temporada. gracias alberto por dejar que leerte sea tan fácil y didáctico a la vez
OsKar108
Un gran post a la altura de la gran temporada que nos ha brindado la serie.
Ya tengo ganas de ver como continúa…. pero ya se me pasará el ansia XD, que aún falta jejejeeje.
¡Saludos!
jose
Gran post. Coincido en casi todo, sobre todo, creo que el capítulo del bosque (el 2.5.) merece mención aparte, qué maravilla. No es de extrañar que lo haya dirigido tim van patten, cuando él se pone al mando, la calidad sube como la espuma
Julio C. Piñeiro
El misticismo que vuelve inmortales a los protagonistas era uno de los obstáculos que faltaban por saltar en la evolución de los relatos seriales.
Se lo saltó, para desgracia de su departamento de marketing, Juego de Tronos. Pero ese era un texto adaptado. Faltaba el equivalente en el
relato original (aunque histórica sea su base), y sólo hemos tenido que esperar otros seis meses para tenerlo. Todo en HBO (y eso que estoy mosca
con ellos ahora mismo por la cancelación de Bored to Death).
Las referencias fílmicas no sólo remiten al cine de gángsters, sino a un espectro mucho mayor de referentes \”qualité\”. Como esas escenas
de intimismo manierista, que remiten a Bergman, o Rohmer, o Chabrol (por citar un ejemplo).
Los límites de la mostración de violencia (The Walking Dead o Juego de Tronos carecen de ese componente realista que aquí lo hace aún más expeluznante) y del cruce explícito de fronteras \”morales\” argumentales (representación directa y sin anestesia del incesto madre-hijo, el más políticamente incorrecto de todos).
Ha sido una pena que la trama incipiente de la bisexualidad de Angela no se vaya a explorar más, podría dar mucho juego.
De acuerdo en que han minado a Van Alden, ahora es un don nadie. Además, han anulado complemente a Lucy de la Huerta. Menuda manera de cargarse un personaje muy logrado y otro camino de serlo.
Margaret ha sido el personaje de la temporada junto con Jimmy. Por momentos me recordó mucho, muchísimo, a Kay Corleone. Lástima de su giro final de motivación, tan forzado y puede que repentino.
Quien más me gustaba de los actores era Michael Shannon, hasta que se cargaron su personaje. Ahora, quizás Kelly MacDonald, o Jack Huston en su defecto.
Y sí, un 10 para la escena final, aunque reitero mi poca convicción del cómo se ha llegado a ella.
*Sobre los finales de temporada redondos, el primero que siempre me viene en mente es de la 3ª de Californication: soberbio descenso a los infiernos, con pocos recursos narrativos, del protagonista, en una serie con aroma generalmente juguetón e informal.
Julio C. Piñeiro
(Pego también el comentario que dejé en el post correspondiente en VayaTele, que toca varias de los balas).
Hasta el capítulo 6 me estaba pareciendo buenísima, en pleno crescendo, estuvo en suspensión hasta los tres últimos capítulos, y ahí de repente mucho de golpe, mucho giro radical de motivación inesperado, y considerablemente forzado, por parte de dos de los catalizadores de la temporada: Jimmy y Margaret. Del primero puedes entender que, con la muerte de su mujer (cuya bisexualidad era una trama en bruto muy interesante que no podremos llegar a ver), recule por completo y acabe firmando, por intención y por torpeza, su sentencia de muerte.
(bala 8) ¿Pero Margaret? Cuando la enfermedad de su hija la devolvió a su catolicismo más fervoroso, e incluso parecía enderechar a Nucky o al menos sacarlo de la senda de la corrupción, finalmente decide ser su mayor cómplice, en un episodio, el último, de ritmo muy acelerado para lo que nos tiene habituado la serie (demasiado, por tanto). No puedo dejar de ver este giro como una solución muy atropellada y repentina para reconducir la serie hacia donde les interesaba en plena season finale.
(bala 9) Al margen de eso, destacar, dentro de su gran discurso histórico-político, la supeditación de eventos sociopolíticos capitales del siglo XX (la independencia irlandesa, la lucha racial o los primeros atisbos de movimientos obreros) a la corrupción, al capital, algo en que la serie, pese a estar ambientada casi 100 antes que la actualidad, se vuelve muy vigente, cambiando esos conflictos sociales o políticos por otros posteriores y a la mafia por la bolsa o el FMI, es decir, \”la Gran Mafia\”.
(bala 7) El personaje de Lucy Dazinger se ha echado a perder, mientras que Van Alden ha perdido todo su atractivo al verse continuamente derrotado. Hemos visto Nucky cruzar la frontera criminal del encargo a la ejecución directa, algo que lo afectará sí o sí. Deposito mis esperanzas para la próxima temporada en Richard, que deberá subir de golpe varios peldaños, Chalky, al que aún le queda mucha evolución y incremento de presencia, y en una menor medida, mamá Darmody (un personaje que no puedo evitar comparar con Joan Holloway, de Mad Men).
P.D.: La próxima trama de la construcción del ferrocarril a New Jersey me recuerda a Hell on Wheels.
Raúl
Acabo de terminar la segunda temporada de BE. Me ha encantado.
Yo tampoco esperaba que Nucky matara a Jimmy.
Coincido en casi todas tus \”balas\”: la poesía de la playa, la mirada de Margaret, el escaso interés que suscita Van Alden y la pesada de su amante, la tragedia de Angela (¡qué guapa es!) y Richard…
Discrepo en la bala gore. No hay muchos escenas sanguinolentas: las necesarias. Sirven, a i juicio, para recordar que la mafia no es elegancia y pose. la violencia es muy real. Me gustó, en particular, la furia de Eli en su garaje.
Esta temporada me ha recordado en muchos aspectos a Muerte entre las flores, de los hermanos Coen. Supongo que la habrás visto; si no, te la recomiendo.
Un saludo
Leandro
Para leer este blog hay que ser paciente. Hasta ahora, Alberto, me ha aguantado las ganas de leer este original y certero post.
Esta segunda temporada mejora con tus balazos.
Un pero: pasan demasiadas cosas.
Fernanda
La forma en que narra la historia y recrean los Estados Unidos en los años veinte durante la ley seca es sorprendente, la ambientación de la serie Boardwalk Empire es increíble no por nada es una de las series más caras de esta cadena, espero haga muchas más temporadas.