“Una ciudad donde la gente joven va a jubilarse”. Portland. Años noventa. El sueño sigue vivo.
http://www.youtube.com/watch?v=FE_9CzLCbkY
Para comedias -sobre todo las borderline- quien tiene el radar mejor orientado es Alex, en Basura and TV. Tanto este texto suyo como este otro -escrito en su salsa- de Alberto Rey me pusieron sobre la pista de Portlandia.
Si el grunge era un hijo no tan bastardo del hippismo de los 70, Portlandia entona su réquiem más lúcido y lúdico. Una colleja amable y despendolada. Porque desde la distancia que otorga el tiempo, la rebeldía de salón acaba derivando en pose o en estupidez estilizada. La modernez, tan camaleónica, caduca pronto y deja un cadáver bonito.
“Cuanto más iraní sea una película, mejor”, vegetarianismo extremo, la solidaridad política como forma de vida, la antimodernidad bucólica, la ultramodernidad tecnológica, el fashionismo “cuidadamente descuidado”, ultrafeministas que ven penes en cada dedo, utopías naif, retórica New Age, Sundance como paraíso, el New Yorker como biblia y la bicicleta como religión. Esos y muchos otros reflejos que las pobres gafas de pasta han venido en simbolizar, tan injustamente. El hilarante inicio del 1.4 condensa el tic: llegar antes que otros a la moda, inaugurar siempre tendencias y descubrir ese cineasta genial que, hasta ayer, no conocía ni su padre.
De todos esos lugares comunes se nutren Fred Armisen y Carrie Brownstein, dos actores con una vis cómica descomunal; su baile de máscaras no tiene límites. Además, escriben, producen y actúan en múltiples roles a lo largo de Portlandia. Porque la serie es, en esencia, una colección de viñetas disparatadas -¡muy disparatadas!- que parodian lo indie, la contracultura e, incluso, el fetichismo consumista con un descaro inédito. Sacando pecho, vamos. Para entendernos: una mezcla de Little Britain y Muchachada Nui, sin la zafiedad de la primera ni los voltios de la segunda. Una ida de olla de 8,8 en la escala Richter, al nivel de frikadas como Garth Marengui’s o Flight of the Conchords.
Dada su estructura, es difícil contar el argumento de la serie. Pero lo tiene. Los espacios y los personajes son recurrentes y uno puede husmear una débil continuidad en muchas de las microhistorias que componen el fresco. A esto contribuyen, también, los actores invitados: la siempre desubicada Aubrey Plaza, el inquietante Steve Buscemi, un sensacional alcalde encarnado por Kyle McLahan o los cameos autoparódicos de Gus Van Sant o Aimee Man. En la segunda temporada, que concluye este viernes, hay muchos más.
Creada con vocación minoritaria, la serie contribuye a consolidar la imagen de marca de la misteriosa IFC (Independent Film Channel) trazando un movimiento similar al empleado por muchos canales de cable estadounidenses: ubicarse en el mercado mediante series propias que recojan la idiosincrasia de la cadena y apelen a su público objetivo. Portlandia da en el clavo: es una serie que podrían emitir en los cines Verdi sin despeinarse.
El humor es un vicio muy privado y, previendo el desmadre, apenas albergaba esperanzas en Portlandia. Not my cup of tea, que dicen en Londres. ¡Ja! Me ventilé la primera temporada (6 capitulitos) de una sentada, en el tren. Voy por la mitad de la segunda, sorprendido de reírme tanto con semejante desvarío. Será mi vertiente marxista, que viene empujando por primavera.
Para convencerles les dejo con este brillante gag del 2.3. La cuadratura del círculo: cómo satirizar y publicitar un producto al mismo tiempo. Hará llorar -no sé si de risa o de vergüenza- a los fans de la religión Apple:
mackey
¡Cacao! xD
Alberto Nahum
Jaja, muy bueno. Ese gag es delicioso. El momento de la llamada telefónica es el culmen…
Alex
Y está hecha con cuatro duros (¡menos de un millón de dólares para toda la primera termporada! ¡Calderilla!), y aún así no desluce visualmente en ningún momento. Pero es que claro, Armisen y Brownstein tienen talento para regalar y muchas tablas.
Por cierto, ¿gracias?, je, por lo de las comedias borderline.
Alberto Nahum
Sí, de nivel de producción es muy simplona, claro.
Por cierto, lo de ponerte como guía para comedias gamberras es un piropo, claro que sí…
juan
Gafapastismo,gafapasta,gafapastil…..
Más allá de lo recurrente,(porque el actor lleva gafas de pasta),duele leer el término.Dijiste que no lo utilizabas.Era mejor así.