Es una verdadera lástima el tropiezo de Justified en esta quinta temporada. Porque más allá de su nivel de calidad, extraordinario en las cuatro temporadas anteriores, las andanzas de Raylan Givens son de las que establecen una complicidad extra con el espectador. Su determinación por bajar el relato siempre a tumba abierta, la carnosidad de sus diálogos, la tensión masticable, la valentía para ir abatiendo legionarios y esa chulería de frontera que combina el western con el vacile autoirónico convertían a Justified en una ficción única, insólitamente entretenida.
Sin embargo, esta quinta temporada –extraña quinta temporada- ha jugado a demasiados cosas a la vez, quedándose finalmente en tierra de nadie. Sigue dando gusto leer la coherencia de Graham Yost al concebir a los Crowes, pero esta vez la ejecución ha fallado. Es como si la muerte de Elmore Leonard le hubiera restado ese último lifting que reclama un guión: ese giro sobre un diálogo, ese detalle humorístico que cambia el tono o esa escena que cose la evolución de un personaje a un conflicto ancestral. Esas migajas, en fin, que marcan toda la diferencia entre la bondad y la excelencia. Apenas he usado este año el mando a distancia para revivir una confrontación o un escupitajo…
Porque Justified este año se ha conformado con la bondad. Se ha permitido, por ejemplo, algo que solo en los inicios de la primera temporada, cuando Harlan aún andaba excavando su voz, había ocurrido en Justified: ofrecer un capítulo débil, plomizo. Les costó arrancar en los dos o tres primeros episodios de la temporada, pero más alarmante resultó la búsqueda de Kendal en el 5.8., el punto más bajo del año.
Puede que la falta de empaque de algunos capítulos tenga que ver con tres problemas estructurales que han fagocitado esta temporada. El primero, repetido hasta la saciedad, tiene que ver con los villanos. No es que Darryl y demás paletos no pertenezcan al ADN del universo de Justified. Al contrario: ostentan el acento, la dentadura y el corte de pelo perfectos. Pero partían con dos desventajas: una, que ya habíamos estado ahí con los Bennett en la perfecta segunda temporada (y con la inolvidable Mags liderando la tropa); y dos, que al bueno de Michael Rapaport le faltan colacaos. Es un actor solvente, pero sin el carisma y la intensidad necesarias para hacer de su Darryl un tipo ingenioso, atormentado o temible. Incluso alguien más simpático, como el inefable Dewey, se ha visto superado por el metraje: no es lo mismo ejercer de alivio cómico (y anduvo estupendo en su mejor capítulo, la dramática huida por las montañas del 5.4.) que cargarte a tus espaldas un tanto por ciento alto de la trama del año. No, no es país para Deweys.
https://www.youtube.com/watch?v=KZ3g4rWmtLo
El segundo problema no es transversal, sino que atañe a la primera mitad de la temporada, hasta el capítulo 5.6. (“Kill the Messenger“) Toda la trama de Boyd Crowder con Lee Paxton y demás prettywomans ha sido un camino a ninguna parte. Lo explicaré de otro modo: ha carecido de cohesión con el resto de la temporada, ha quedado dislocado. Por eso ha resultado tan raro: hemos dedicado muchísimo tiempo a algo de lo que no hemos obtenido réditos dramáticos. Y mira que el espectacular episodio 5.5. resultó resplandeciente(*), pero apenas hubo consecuencias de todo lo que allí se cocía. Era, simplemente, un punto final. Y a otra cosa, mariposa.
(*) Además, el episodio regaló el mejor duelo del año: el que protagoniza Art en el diner de Chicago. La tensión en las miradas, la calma insoportable, la camarera, el anuncio de que te voy a disparar, las coñitas de Wynn Duffy, el mamoneo con la edad de Art… ¡Sublime escena!
En ese enloquecido capítulo hay un acontecimiento que ejemplifica el flotar de la trama, la espiralidad, la falta de rumbo. Hacia el final el enigmático Jean Baptiste, por fin, emerge como personaje de carne y hueso. ¡Qué narices, mola un montón en sus réplicas al chalado de Danny y nos permite intuir el porqué de su lealtad a Darryl! Y, bum, justo cuando se hace interesante el hombre lo mandan al hoyo. Of course, ya sé que era una exigencia de producción (el actor estaba descontento con su personaje), pero no deja de resultar ilustrativo de esta urgencia por quemar trama que ha exhibido la quinta temporada de Justified, como si fuera un Sons of Anarchy cualquiera.
Es decir, uno de los inconvenientes de este año es que han pasado demasiadas cosas. Sí, por supuesto, son trece capítulos y hay que llenarlos, pero en otras ocasiones se optaba por las tramas autoconclusivas que enriquecían cada capítulo, mientras que aquí se ha optado -dejando una sensación final de esparcimiento- por caracolear en torno a México, Chicago, Miami… y una dichosa prisión.
Ahí radica el tercer gran problema de este año: Ava y el crossover con Orange is the New Black. No ha funcionado. Contemplando la frialdad con Boyd al regresar a casa y la melancolía heroica de la última escena en el puente con Raylan, es evidente que la intención de la subtrama carcelaria era convencer al público del cambio de lealtad de Ava, una superviviente, tras las inmensas penalidades que pasa en la penitenciaría. Pero nunca ha terminado de cuajar con el resto de la serie, básicamente porque no era lo suficientemente interesante.
Tampoco lo han sido, para mi sorpresa, un ramillete de secundarios que habían crecido en las temporadas anteriores hasta alcanzar su punto de nieve. Quizá algunos problemas de la temporada se habrían resuelto si les hubieran dado más cancha a Tim, Rachel o Wynn Duffy (Jere Burns ascendió a titular en los títulos de crédito y, sin embargo, ha sido su temporada más gris). Los tres han involucionado, dramáticamente hablando. No termino de entender por qué. Una pena.
Por suerte, aunque hagamos hincapié en las cosas que no han funcionado, Justified es una serie que, incluso en temporadas flojas, es capaz de mantener un nivel medio más que aceptable. La línea de fondo que ha crecido con más consistencia ha sido la de Art y Raylan -una amistad traicionada, un “odio” callado-, que han protagonizado algunos de los mejores momentos del año, puñetazo incluido. Es tal la cantidad de matices, decepciones, traiciones, cariños, salvaculos y aventuras que han vivido estos dos juntos, que ahora casi bastaba con ir haciendo emerger el sapo para que la inercia dramática hiciera el resto. A ver si el intento de asesinato termina por unir… o despedazar su amistad.
También ha funcionado el atormentado Kendal –extraordinario actor ese chaval (**)- una suerte de espejo invertido para aquel Raylan niño que tuvo que matar a un cerdo salvaje. El amor interruptus de Raylan con Alison, siempre con el runrún de Winona y su retoño de fondo, también ha servido la doble función de hacer avanzar la trama (todos sus líos con los Crowes, en paralelo a los del marshall) y aplicarle una capa de pintura al corazón del héroe. Dos grandes momentos, además: cuando ambos cruzan sus ojos hinchados en el ascensor y cuando Alison sintetiza la tragedia interna de Givens: “Puedo decir que eres un hombre que correría hacia un edificio ardiendo sin pestañear. El caso es que creo que eres quien inició el fuego” (5.6.).
(**) A la altura de Loretta, quien se dio un garbeo para venir a vernos (en el 5.2.) e insistir en la marca de Caín que Harlan trae de serie. Narrativamente hablando, además, Loretta servía para introducir a Alison, por lo que no era un capricho aislado.
Y, por último, siempre han asomado algunos ocasionales con mucha fuerza: el poli cansado, alcohólico y eficaz (un espejo para un futuro Givens) que interpreta Eric Roberts en “Wrong Roads” (5.9.); la poética muerte de Hot Rod y las advertencias shakespearianas (“Reason not the need, marhsall”) de los hermanos Harris en ese mismo episodio; la prometedora presencia de la enigmática Mary Steenburgen (y sus viejas rencillas con el “elfo” Vasquez); o, en la trama autoconclusiva más divertida del año, TJ Linnard daba vida a un pirata informático que, en lugar de un solo ojo, tenía una sola pierna para tomarle el pelo a Raylan una y otra vez en “Raw Deal” (5.7.). Pero, eh, al final es un buen tipo…
Incluso salvando lo rescatable parece que toda la quinta temporada ha sido una transición, una necesidad por recorrer unos kilómetros que recolocaran el conflicto en su bisagra principal: la batalla entre Raylan Givens y Boyd Crowder, la imposibilidad por escapar del pasado y sacudirse el tormento de la herencia y, sobre todo, la tragedia entre lo que uno es y lo que uno aspira a ser. ¿Podrá sacudirse Raylan la maldición de Harlan? ¿Y Boyd obtener redención? Recuerda la nueva versión para el cierre, amigo.
Ava: Tengo miedo, Raylan.
Raylan: No lo tengas. Todo va a salir bien.
Ojalá tengas razón, Raylan Givens, pero me parece que Harlan es ese maldito espejo en el que uno no quiere mirarse.
Ramon
Pues estoy de acuerdo, pero yo creo que los últimos capítulos si que han estado a la altura. Pero claro, arrastraba un lastre muy pesado.
Además creo que el problema de la trama carcelaria es la poca profundidad de esa historia, pero que al contrario Orange is the new black, me gusta la verosimilutud, la vida en la carcel no es como ir de campamento con tus amigas. Otra cosa que me gusta de la historia carcelaria es la coherencia, ya que hace que la traición de Ava sea creíble, algo que a media temporada no pensaba que iban a conseguir.
Esta temporada deja la sensación que ha sido un aperitivo para una última temporada épica (espero) donde veremos el enfrentamiento final Raylan vs. Boyd y donde solo puede quedar uno … o ninguno.
Finalmente recordemos que “You will never leave Harlan alive”.
Pol
Claro, Nahum, es que es lo que comentas al final. Para mí, es evidente que se ha tratado de una temporada de transición. Sé que la cosa aún no está cerrada, pero a mí esta 5ª de Justified me ha recordado a la primera mitad de la 5ª de Breaking Bad en dos cosas: (1) ha sido diseñada para dejar las piezas en la posición exacta desde la cual lanzar el ataque final y (2) precisamente por eso es por lo que, como temporada (o como conjunto de capítulos, más bien), no termina de encajar con las temporadas anteriores, especialmente en lo referente a, digamos, la cadencia, a la precisión narrativa a la que nos tenían acostumbrados.
Dicho lo cual, y manteniendo el símil con la 5ª de BB, han habido capítulos realmente cojonudos: el 4º, el 5º -brutal capítulo, claro-, el 6º estuvieron muy bien, pienso yo; y a mí también me gustaron mucho el 11º y el 12º.
Y, por cierto, a mí quien nunca ha dejado de funcionarme es Boyd. Participando en más o menos tramas, más o menos conexas, da igual, no importa. Boyd y su pico de oro. Boyd y sus tribulaciones (lo ha pasado bastante mal, esta temporada, por cierto). Qué tío, Boyd. Y qué pedazo de actor, Walton Goggins.
Artabil
No he visto esta quinta temporada, pero en cuanto he leído el título del artículo y la primera frase… juro que el corazón me ha dado un brinco. Vaya pena, veré la temporada y volveré para leer la reseña 😉
Ramón Álvarez
A mí me ha parecido casi tan buena como las anteriores, muy entretenida y dinámica y con un final muy prometedor de cara a la última temporada. Sí estoy de acuerdo en que Michael Rapaport es una cagada de casting y más para ese tipo de personaje, Michael Madsen (¿donde anda este hombre?) habría sido perfecto.
carlos risu
Vaya, lamento coincidir porque es mi serie favorita pero han mareado demasiado la perdiz. Una sensación algo cansina todo el rato, cierto. Hasta he notado a Raylan más viejo y cansado. Físicamente, digo. Todos en general me han parecido más feos y grises. Si acaso salvo al niño.
A fin de cuentas es un pueblo.
Eso sí, lo de la United Nations of Assholes, para la leyenda.
Arturo
No te voy a quitar la razón Alberto, esta quinta temporada efectivamente ha tropezado, aún así…me sigue pareciendo que Justified es una de las mejores series que se emiten en la actualidad.
Coincido en que dos de los principales problemas han sido Michael Rapaport, sin ser mal actor, no ha acabo de bordar un personaje tan complicado como el de Darryl Crowe Jr. y tampoco me ha acabado de convencer la trama carcelaria. Obviamente fue incluida para justificar la ruptura entre Ava y Boyd y preparar la season finale pero no acabo de verlo.
Primero me extraña como un ganster como Boyd Crowder, que ha podido con todos en las cuatro anteriores temporadas, no es capaz de desmontar rápidamente una trampa tan débil como la que condena a Ava, el supuesto ataque al guardia, y luego apoya a su mujer hasta el último momento y sólo cuando ella le deja da un paso a un lado. Por eso me sorprende que Ava se tome tan mal el borrón y cuenta nueva que le desvela Raylan.
Por lo demás, creo que esta temporada ha dejado alguno de los mejores momentos del año: el enfrentamiento entrer Raylan y Art, el paquete de tabaco, el viaje con los cadáveres, Kendall…