(Espoilers de toda la quinta temporada)
Lo mejor -y más inquietante- es saber que al otro lado del Muro hay muerte. Ya lo intuíamos, por supuesto, pero era una deuda que no podía aplazarse más. Hay que mirar al horror a los ojos y sentir su caos sediento de destrucción y sangre. Por fin asoma el terror capaz de unir a aquellos que ansían matarse. El enemigo común. Pura pragmática.
¿O no? Pues la verdad es que no. ¡Ni común, ni pragmática, ni leches! El terremoto que sacude “Mother’s Mercy” (5.10.) evidencia que la lógica de la guerra en GoT es mucho más complicada -y estúpida, me atrevería a añadir- que cualquier realpolitik. Necesitan leer con urgencia a Clausewitz. Esa es la gran rémora de esta quinta temporada de Juego de tronos (*): es un relato atestado de estrategas nefastos, de peña que cava su tumba sin saberlo. ¡Como para espigar lecciones sobre política contemporánea de semejante guirigay!
(*) Un aplauso gigantesco para Canal Plus, que ha emitido la serie al mismo tiempo que en EE.UU.
Stannis Baratheon se comporta como un mequetrefe, dejando que sus tropas sean consumidas por el general Invierno y alucinando filicidios en plan Abraham. La liberadora Daenerys abandona una Mereen asolada por el terrorismo y al borde de una guerra civil. La malvada y calculadora Cersei tampoco se puede decir que anduviera muy atinada azuzando esa panda de gorriones iluminados, que acaban picoteándola sin piedad en ese calvario de vergüenza (la mejor Lena Hedey) donde ni un solo Cireneo amaga la mínima compasión. Tiempo desperdiciado, también, por el hermanísimo: a pesar de la interesante dupla configurada por Bronn y Jaime, el reino de Dorne ha sido, con diferencia, lo más soso del año; manda narices que tanto viaje y tanta revelación papaíto a bordo… sirva para tan poco. Y hasta a Jon Snow, un personaje que por fin ha logrado ser siempre interesante, le apuñalan la osadía de su salvaje estrategia por la espalda.
Sí, lo sé, Juego de tronos nunca ha sido un territorio esperanzado ni fragante, pero tanta desazón y tanto efecto Reichenbach empieza a asemejarse con el nihilismo de The Walking Dead. ¡Vamos a necesitar toneladas de Omeprazol para digerir tanta crueldad! Y no, la crueldad en un relato de ficción no tiene por qué ser mala; no me interesa ahora la cuestión moral, sino las dudas narrativas que plantea:
1. Abusar de la muerte de protagonistas puede hacer que el shock pierda efecto, como reflexionan en Vulture.
2. A mí me preocupa más la cuestión de la empatía: en un universo como el de GoT necesitamos héroes (por muy conflictivos que sean) con los que identificarnos. Y para eso es necesario tiempo: esa relación de largo recorrido que el relato serial está en condiciones idóneas de construir. Con esta manía de ir derribando ídolos, los creadores van cargándose asideros. Ahora, salvo Arya (con sus matices, que cada vez son más) y Tyrion, cuesta encontrar referentes directos para la emoción del espectador. Molan los Mormont, los Naharis, los de Tarth, los Bronn o los Tarly, pero nuestra inversión emocional con ellos queda a años luz de la realizada con un Snow, al que acabas admirando como a un hermano mayor. Varys, Meñique o Margaery también solazan con su perversidad, pero precisamente por eso la identificación primaria con ellos -de puro relato de aventuras, esto es, de personaje que queremos que venza- resulta complicada. Por todo ello, me temo que una de las tareas esenciales para la sexta temporada será la de reconstruir nuestras lealtades (¿Jaime, ahora que anda redimido y sufriente? ¿El desaparecido Bran Stark?).
3. He leído que una de las grandes discusiones entre fans de los libros (y ahí siempre sugiero que tengan como referente al imprescindible @javimgol) tiene que ver sobre las posibilidades resurreccionales de Snow. Que si Thoros de Myr, que si Melisandre, que si Azor Ahai… ¡Eso sería muy patillero! Al menos tal y como se han manejado esas cuestiones en la serie, donde no ha habido apenas siembra. La muerte con billete solo de ida, por favor.
Ante esta agonía (deliciosa agonía, en todo caso), me temo que lo ideal para la serie sería poner fecha de cierre. ¿Siete temporadas, seguro? Porque este año, en especial los vibrantes tres capítulos finales, han ejercido como un plot point del segundo acto. Ahora, con la de legionarios que han caído en las últimas semanas, los acontecimientos deberían acelerarse, ya con la vista puesta en la meta.
Por lo demás, me parece que esta temporada ha mantenido tanto las virtudes como algunos de los defectos tradicionales de la serie. Entre las virtudes -esta vez sí, pillando con el pie cambiado al espectador, que reservaba el boom para el noveno- está el asombroso último tercio de “Hardhome” (5.8.). No solo por el nivel de producción, sino por ese verle, por fin, las orejas al lobo, y por una forma de rodar que hacía del caos y la angustia la única opción estética posible. La calma, los sonidos, las nubes… y la tormenta más terrorífica que ha sufrido la serie.
También han destacado los tejemanejes de Meñique y, en menor medida, de Varys. Los dos primeros tercios del año, más estáticos que el sprint final, sirvieron para ahondar en los movimientos de ese tablero envenenado donde las alianzas tienen la fecha de caducidad de un yogur del Día. Aquí, como he apuntado antes, me ha chirriado la torpeza táctica de Cersei pero, sobre todo, el saber ahora que la religión tiene tantísimo peso en una sociedad como la reflejada por Benioff y Weiss. Durante los cuatro años anteriores apenas hubo detalles en ese sentido… y ahora resulta que el High Sparrow chasquea los dedos y hace a la Reina Madre lamer el suelo. Ummm.
También ha resultado reconfortante la reaparición estelar de los dragones. Desde el título estaba prácticamente cantado el Drogon ex machina de “The Dance of Dragons” (5.9.). Sin embargo, parecía necesario que apareciera una de las pocas armas que los humanos podrán oponer a los caminantes blancos. Tras la amenaza, la esperanza… aunque lo sucedido en la finale, con la Khaleessi de nuevo entre dothrakis, parezca llevarnos de vuelta a la casilla de salida.
La última de las virtudes que me gustaría destacar es la de la elipsis. Es un viejo debate de este blog: “Tetas, espadas y la superioridad moral del chorizo“. Sí, por supuesto, la brutalidad de algunas escenas de esta quinta temporada han sido, as usual, turbadoras. Sin embargo, conforme ha avanzado la serie, en líneas generales Juego de tronos ha ido afinando sus elipsis desde el primer año. Los amigos del “todo ha de ser mostrado” puesto que la vida es así han debido de toparse con una contradicción insalvable en varias escenas que, ay, se nos han hurtado visualmente: la violación matrimonial de la pobre Lady Sansa (reflejada en la mirada de Reek), las querencias pedófilas del hijoputa de Meryn Trant o la carbonización sacrificial de Shireen Baratheon. Con estas escenas, parece que lo del puritanismo, el buen gusto y demás cuestiones no es tan blanco y negro como algunos lo quieren pintar. ¿O es que alguien ha echado de menos una mayor explicitud en esas escenas?
Entre los defectos, como siempre ocurre con los relatos corales, hay líneas argumentales que acarrean rémora. Ya he citado lo patoso de ciertas estrategias bélicas y políticas. Más allá de eso, se ha mantenido el equilibrio dramático entre espacios y tramas como en los dos últimos años. Es decir, el relato se ha movido con fluidez, sin apelotonamiento (ahí radicaba el mayor defecto de la segunda temporada, la más floja hasta la fecha). Sin embargo, Dorne ha quedado bastante deslucida -más aún al contemplarla con retrovisor desde ese último barco-, tanto visual como narrativamente. Y el empacho de Ramsay resulta cargante: un villano -más aún si es un psicosádico- necesita algún anclaje humano (esto es, alguna emoción positiva) para no acabar convertido en malo de opereta. Para que nos entendamos: hasta Hitler en El hundimiento mostraba cariño… hacia los niños arios. ¡El mal es humano, coñe! No lo practican extraterrestres. Por eso, al restarle a Ramsay cualquier atisbo de empatía, logran convertirlo en un robot… ¡y en un coñazo gigantesco para el relato!
Como escribía el otro día Vicente Luis Mora (en un recomendable artículo en el que estoy de acuerdo en muchas cosas y disiento en alguna otra), parece que necesitamos elevar a expresión máxima del arte cualquier serie que nos guste. No es mi caso. Como escribía el año pasado, veo la televisión básicamente para divertirme. Sí, también hay cuestiones políticas, morales y narrativas que entran en juego, pues la televisión, como cualquier artefacto de cultura popular, también recoge “un ambiente” sociocultural concreto. Pero mi primer mandamiento como espectador sigue siendo el disfrute: estético, narrativo, dramático. Y Juego de tronos, a pesar de sus irregularidades, cumple con sobresaliente.
Incluso ahora, cuando su heroísmo parece una especie en vías de extinción.
MissMacGuffin
Alberto, por mucho que Juego de tronos haya buscado el mayor realismo posible, no deja de ser fantasía. Y en la fantasía, posibilidades de resurrección hay muchas, y más cuando nos presentaron en la segunda temporada a Beric Dondarrion, caballero resucitado por el sacerdote rojo (como Melisandre) Thoros de Myr como si estuviera en el día de la marmota. No quiere decir que vaya a pasar, pero parece una pistola de Chejov 🙂
herb_b
Sera patillero, pero yo aseguraria al 90% que Jon volvera. Los comentarios de Martin mas parecen confirmalo que desmentirlo, esta el hecho de que narrativamente tanto en el libro como en la serie, lo ponen justo al final, cuando no habra mas paginas ni mas capitulos en bastante tiempo para ver que pasa despues de verlo moribundo (no necesariamente ya muerto) en el suelo, y sobre todo, en el libro si se siembra, esta lleno de pistas que indican a eso, tanto es asi que como lector (no como espectador), me sentiria casi mas engañado si no vuelve que si lo hace. ¿que podria ser diferente en la serie que en los libros? puede que en el como, pero nada mas, dudo mucho que en un medio el personaje siga adelante y en el otro no: es demasiado fundamental, y si algo se ha visto en el ultimo capitulo, es que las tramas al final no han quedado tan lejos de lo escrito, acercando a muchos personajes a donde estan en los libros.
AlbertoNahum
Umm, claro, yo no soy lector de los libros (solo del primero) y en la serie el asunto de la resurrección no ha estado apenas presente. Por eso digo que chirriaría. Hasta el momento lo más cercano fueron (¡hace ya dos temporadas y muy alejados del entorno Snow!) lo de los hippilongos estandartes, con Thoros y Beric. Habría que trabajar mucho esa trama ahora para recuperar cierta coherencia narrativa. La otra opción es Melisandre pero, leñe, tampoco se puede decir que haya sido una tipa fiable ni en sus profecías ni en sus magias; mira cómo ha acabado el pardillo de Stannis por seguir su embrujo.
Y luego está el tema del shock, que reconozco que me disgusta. Si das semejante golpe de efecto (insisto, sin haber sembrado para los espectadores-no-lectores la posibilidad de resurrección) y luego deshaces el camino, vaya, me parece un sensacionalismo narrativo que, en general, no me gusta en los relatos. Es un recurso muy de culebrón. Y sí, el pacto de lectura es el de la fantasía, pero como pasa en la ciencia ficción, los propios límites de credibilidad también los establece el relato con sus receptores. Y aquí, como digo, lo de la resurrección no ha estado sembrado.
Javi Marcos
Me pongo a pensar si escribo sobre el último capítulo de la quinta temporada de Juego de Tronos o sobre la temporada en general y en realidad me doy cuenta de que las conclusiones serían similares. En resumidas cuentas, nos encontramos ante la mayor desviación de los libros hasta ahora – hablar de adaptación es casi ya excesivo (más bien un “inspirado en”) – pero como serie de televisión sigue siendo buena, notable quizas. Eso sí: es peor que pasadas temporadas y el pronóstico futuro es pesimista.
Pensando sobre ellos ayer veía 8 grandes tramas esta temporada. Por fortuna algunas se mezclan, pero aún así ninguna serie de TV maneja un cast tan colosal. Que el espectador no solo sobreviva a eso sino que además sea la serie más popular del mundo gozando además del aplauso (tampoco ovación cerrada, pero sí buenas palabras) de las críticas es digno de elogio.
Empezando por la trama más norteña empiezo a la vez por la mejor: el Muro. Kit Harington por fin ha dado un paso al frente y la presencia de Stannis pre Satannis (luego entraremos en ello) y su tropa allí casi medio temporada le dio aire. El 8º capítulo, Casa Austera, es historia de la televisión y para mí su última media hora es la mejor de esta serie. Una media hora donde el mérito es del director, no de los guionistas, cabe decir.
El suceso fundamental de la temporada es la muerte de Jon Nieve, sin duda. Es similar en tono al de las novelas, aunque se obvia la auténtica traición de Jon a la Guardia en ellas: el planificar un asalto a Invernalia con lo salvajes para liberar a su hermana, presa del monstruoso Ramsay Bolton; traicionando la neutralidad de la Guardia. La escena está muy bien conseguida (con la treta inédita del retorno del tío, hasta muchos lectores picaron) y que parezca natural. Aplausos. Falla la lógica en que, dispuestos a matar a Jon, haberlo hecho antes de meter a miles de salvajes aliados suyos cerca en el pasado capítulo, pero a los showrunners les pasan estas cosas.
El Muro siempre había sido aburrido, y por fin nos ha gustado. Algo similar podríamos haber dicho de mi debilidad personal, el personaje quizás más complejo y gris que ha creado GRRM, Stannis Baratheon. Tras una pésima adaptación otros años, vimos durante 5-6 capítulos al Stannis de las novelas y que pese a su falta de carisma tiene muchos fans. Un tipo borde y obsesionado con el deber y la ley, pero que se preocupa por los suyos y que genera lealtad absoluta de gente de bien como Davos, Sam, Jon Nieve o Ned Stark. El mejor general de Poniente reconocido por todo el mundo, que emplea a la bruja Melisandre, pero que tiene carácter y opinión propias.
Tras este prometedor inicio, Stannis es destruido. No es que el personaje de los libros jamás quemaría a su hija por esas circunstancias, no esté muerto ni vaya a perder esa batalla de Invernalia, no. Es que la mutación de Stannis en Satannis es tan burda e insultante por la obsesión de generar impacto y controversia que hasta muchos no lectores se indignaron. Su patética humillación final, un Agamenón que sacrifica a su hija sin conseguir nada, es sencillamente otra muestra de incapacidad de los guionistas. Dos detalles más: 1) Escribí un artículo sobre ello: http://lossietereinos.com/la-bebelplatz-de-benioff-y-weiss/ 2) Sin Charles Dance/Tywin, Stephen Dillane/Stannis, que ganó un Emmy el año pasado por The Tunnel, demostró ser el mejor actor de la serie.
Siguiendo al sur, la siguiente trama es la de Invernalia. En una desviación importante de las novelas, Sansa se casa con Ramsay Bolton por un lado y Brienne (que se ha reunido otra vez con Jaime en ellas) le ha seguido. Obviando lo de Brienne, el arco me parece un éxito y es la primera trama inventada por los guionistas coherente y con sentido. Aunque eso sí, tiene sus pegas.
Las actuaciones aquí brillan de manera mayúscula. Sophie Turner, Iwan Rheon (qué espectáculo es el bastante plano Ramsay) y un Alfie Allen deshumanizado dan lecciones magistrales. Es orgánico el comportamiento de todos, y si bien Theon parece cambiar demasiado pronto, sí se iba intuyendo ese proceso de dejar atrás a Hediondo. Su arco en las novelas, en que vuelve a ser quien es sin una Sansa de detonante, es de la mejor prosa de George R.R.Martin, pero aquí nos conformamos con un poco de dignidad.
Si hablamos de actuaciones, nuestro siguiente destino hace que nos pongamos de pie: Desembarco del Rey. Jonathan Pryce irrumpe magistralmebte esta temporada como el Gorrión Supremo y Lena Headey va a mandar a su Cersei a la lista de nominados a los Emmys. La tranquila Fe Militante de los libros fue convertido en TV en una especie de ISIS, pero es un cambio adaptativo que aunque nos apena no desentona. La caída de Cersei es maravillosa, su hundimiento telegrafiado; y su camino de la vergüenza por las calles de Desembarco, lo más fiel a los libros que hemos visto esta temporada, es fácil que entre en el top 3 de las más potentes que veamos este 2015.
La capital Desembarco del Rey siempre ha sido el centro de la historia, pero sin Tyrion, Joffrey,Tywin, Jaime o Sansa allí ha sabido echarse a un lado, sin parecer traumático. Acierto por parte de la HBO. Una pincelada: la Dama Diana Rigg y la explosiva Natalie Dormer en cada minuto por pantalla parece que nacieron para ser la Reina de las Espias y su nieta, Margaery Tyrell.
Cerramos Poniente con la trama más sureña y peor de la temporada: Dorne. Ya escribí todo lo que había por escribir – y eso que quedaban 4 capítulos para acabar la temporada – http://lossietereinos.com/ensayo-sobre-dorne-en-juego-de-tronos-eclipse-de-sol/. En resumen, el reino más fascinante y original de las novelas fue convertido en basura televisiva.
Dorne es una pena enorme. Se ha desaprovechado al genial Alexander Siddig dando a Doran Martell 4 frases y haciéndole poco menos que un pánfilo comparado alguien comparable a Meñique de los libros. El espectacular Alcázar de Sevilla ha visto escenas absurdas e incoherencias ridículas. Y el desenlace final, con la muerte de Myrcella en el barco, es una estupidez narrativa mayúscula.
Nos desplazamos al este, a Essos, a ver otra trama, la de Arya en Braavos. Creo que ésta es la más sujeta a debate. A no pocos le ha parecido aburrida y ajena a la historia mientras que a mí me ha gustado mucho, quizás por mi debilidad por Maisie Williams. Creo que ninguna actriz del mundo con 18 años o menos tiene sus capacidad – y no lo digo solo en Juego de Tronos, la he visto en varios cortos o sketchs o anuncios ingleses.
Arya quiere ser una asesina sin dejar de ser Arya, y eso no puede ser. Se la puede ya considerar una psicópata, encerrada en un círculo de odio y autodestrucción. A ver cómo afecta al resto de tramas, pero su ceguera será temporal seguro y va a volver a Poniente, a saber en virtud de qué. Una curiosidad: ¿te fijaste que el banquero de Braavos, que salió en el 4×06 y en este 5×09 es el genial Mark Gatiss, Mycroft Holmes en Sherlock y además guionista de esta enorme serie y de Doctor Who?
La penúltima trama es la de Tyrion, que enlazará con la última. A diferencia de las novelas, el beato Tyrion de la serie no sufre por haber matado a su amor Shae, a su padre Tywin o por traicionar a su familia; sino que de la mano de Varys parece un Robocop con frases ingeniosas en lugar de láseres. A mí me cansa su perfección, la verdad, creo que parece un personaje poco realista en un mundo tan grís como el de Juego de Tronos.
Lo mejor del viaje de Tyrion han sido sus acompañantes. Varys es Conleth Hill como una rosa es una flor: el eunuco transmite con cada mirada, gesto y tono de la palabra . Y años después me empieza a caer bien Jorah Mormont, interpretado por Ian Glein, que contrae la psoriagrís a diferencia de las novelas: en ellas la coge otro paciente cero, listo para causar el pánico y desencadenar una epidemia si no se anda con ojo.
La última trama es la de Daenerys Targaryen, Madre de Dragones, Khaleesi, Reina de Meereen y por encima de todo Personaje que Lleva Temporadas Anclado en un Rol. Es hora de que venga ya a Poniente, tras ver que como sus compañeros en el poder Jon y Cersei su gestión de gobierno ha sido un fracaso. Al menos ha huido y no le han apuñalado o tenido que humillarse desnuda ante los meereeneses en la plaza de toros de Osuna, el coliseo del noveno capítulo.
Me resulta insoportable Daenerys. Su altivez, su endiosamiento por parte del guión, el intento de minimizar cualquier fallo y su obsesión en la serie por Meereen (en los libros deja claro que allí está de paso y solo para aprender a reinar Poniente) sería incluso aceptable hace años, pero ya no. Para redondear Emilia Clarke además no es precisamente una actriz brillante. Esperemos que un año ya haya aterrizado a lomos de Drogon en Poniente.
Así a ojo, vemos cuatro tramas que han gustado mucho y otras cuatro que no tanto. De los diez capítulos, hay uno extraordinario (el 8), un puñado buenos (3, 5,7,10), alguno en tierra de nadie (4) y varios flojos (1,2,6,8). Dentro de las propias tramas, lo normal es que cuanto más guión original hay por parte de los showrunners y más alejamiento de las novelas peor suele ser la trama. La tendencia por lo que parece se agravará en un futuro.
La próxima temporada será el jumping the shark. No hay libros en que basarse , pues la 6ª novela saldrá en torno al lanzamiento de la 6º temporada y los guiones de ella ya están escritos. Así que básicamente los showrunners hará su versión – alguno diría fanfic con presupuesto – de lo que GRRM les dijo que pasaría a grandes rasgos de aquí al final de la historia. Las perspectivas no son alentadoras, pero al menos a Juego de Tronos le queda que el mejor cast de actores de la TV, una buena dirección y el presupuesto de la HBO pueden remediar agujeros de Gruyere del tamaño del banco de Braavos en el guión.
Cecilia García
Hola Alberto. Como siempre que vengo a visitarte quedo encantada con lo que encuentro aunque, en este caso, no puedo evitar posicionarme entre los que no creen que la muerte de Jon Snow sea definitiva. Es un personaje demasiado importante y todo parece apuntar a que es el hijo de Lyanna Stark y Rhaegar Targaryen (y ni tan siquiera un bastardo). La aparición de Melisandre y la resurrección de Beric (aunque tienes razón que hace ya mucho tiempo que ocurrió) indica que el bueno de Jon todavía tiene a muchos caminantes blancos que matar. Parece que el actor no va a salir en la sexta temporada, pero creo que hará su aparición estelar en la última.
Y lo de los fanáticos gorriones… ¿no te suena a que surgen radicalismos extremos en tiempos de crisis económicas y pérdida de valores? Real como la propia historia.
Por lo demás, estoy muy de acuerdo en todo lo que comentas. A ver si se anima un poco la trama de Dorne y tampoco estaría mal que Brienne de Tarth dejara de dar vueltas estilo pollo sin cabeza. Un beso!
Miguel Romero
Sensacional artículo, Alberto. Estoy de acuerdo contigo en cuanto a la muerte de Jon Nieve. Desde el punto de vista del fan de la serie que soy, deseo fervientemente que ocurra porque creo que es un personaje necesario, pero también es cierto que una parte de mí se sentiría un poco decepcionada. Las muertes en Juego de Tronos siempre nos han dejado destrozados y siempre hemos salido adelante con la misma fuerza o más, aunque ahora nos estamos quedando sin héroes clásicos.
Con respecto a las chapuzas políticas de los personajes, creo que es precisamente lo que quiere reflejar Martin. Ha creado un mundo en el que la esperanza es nula, el pesimismo está en su punto álgido. También busca recrear un mundo de mediocres, y esta es la razón principal para que muchos de ellos persigan el trono hasta ahora sin éxito. Hay buenos políticos y estrategas, como Varys y Littlefinger, pero son secundarios. Viven en la sombra pero el protagonismo es para inútiles, justo como en la política actual.
Ramón
Buenas tardes.
Sigo esporádicamente su blog, y comento atraído por esta serie que no deja a nadie indiferente.
Como bien ya han comentado, la muerte de Jon Nieve es sólo un posible, bueno, más un probable. No es que haya personajes en la serie resucitados que no han salido, entre ellos Catlin Stark, es que en ningún lugar dice ni sale su muerte. Cualquier otra cosa es una elecubración, con los datos en la mano no sabemos nada ni de si muere ni de si no muere. Además ¿10 puñaladas? Bueh, el señor Burns se recuperó de bastantes más para ir a la boda de Lisa Simpson.