El Congreso versaba sobre la relación entre el arte y las series de televisión, así que como clausura a dos fructíferos días de ponencias y debates, propusimos una cena temática. ¡¡Y aquello fue un espectáculo!! El chef Enrique Martínez, del hotel Tres Reyes, se marcó un banquete histórico, donde cada plato estaba inspirado -hasta en sus detalles más sabrosos- en un relato televisivo.
Como aperitivo, un gazpacho de aguacate y cilantro con bogavante, una cosa muy de frontera entre México y USA, por supuesto. Con la efigie de Heisenberg sobre una oblea. Y, jaja, para manterlo fresquito, todo decorado con su hielo azulado, cual metanfetamina. Aún había más: una pipeta de tequila… azul. La cosa comenzaba por todo lo alto con Breaking Bad.
A continuación venía uno de los efectos especiales más simpáticos de la noche: si Mad Men es todo humo, desde el título hasta su metáfora, una vianda inspirada en la serie debía traerlo incorporado. Abrías la cajita de Lucky Strike y salía humo para adornar un esturión ahumado con escalibada. Todo ello acompañado con un sorbete de licor de whisky.
En tercer lugar, ay, tenía que llegar un atisbo de la serie más gourmet de la televisión. Sí, sí, Hannibal, con su José Andrés y su estilista gastronómica. Empanadillas japonesas (second season!!) de morcilla e hígados, sesos al vinagre y sopa de remolacha. Vamos, vísceras y sangre puestas en bonito, como la sublime propuesta de Bryan Fuller. Aquí la puesta en escena del plato.
De repente, se apagan las luces y los camareros traen candelabros y velas. Y suena, amenazadora y a todo trapo, la melodía de “The Rains of Castemere“. Aparecen vasos de época que contienen sangría, por lo que hay que explicarles a los extranjeros la homonimia: bebida y hemoglobina. El plato fuerte era, cómo no, algo como muy rústico: la pata de cordero. Supongo que por elegancia no nos dejaron comerlo con las manos, como harían en Game of Thrones.
El postre rendía homenaje a The Sopranos: una pistola, un disparo amarillo y la sangre en forma de helado de frambuesa.
Y cuando pensábamos que la fiesta se había terminado, los camareros aparecieron con un cristal para esnifar cocaína, con su canutillo y todo, más unas bolsitas con droga. The Wire. O Narcos. ¡Aplausos! ¡Más aplausos!
En fin, que ojalá todos los congresos académicos pudieran terminar con tanta fanfarria y tanto placer para el paladar y la mente.
Aquí el reportaje que le dedicó Nerea Alejos al asunto el Diario de Navarra. Se aprecia muy bien el efecto del humo al abrir la cajetilla en el plato dedicado a Mad Men.
JMGR
¡Vaya cena divertida! ¡Enhorabuena por este blog!