Como en este cliffhanger -espoiler incluido- con el que nos dejaba la segunda temporada.
Los guionistas se sacan conejos de la chistera para estirar los requiebros de la trama y excitar el deseo del público por saber más y más. Al igual que en 24, la espada de Damocles de una temporalidad acotada es la base del éxito de cada capítulo de Sin rastro o de Prison Break, una serie envolvente, pura adrenalina, tóxica, otro prototipo del “necesito-ver-otro”. El problema de estas propuestas es cuando abusan del cliffhanger, ese quite argumental al final del capítulo que espolea las ganas de conocer más. Tal exceso provoca que la tercera temporada de Perdidos –un aparente callejón sin salida– decaiga, que las peripecias de Michael Scofield no vuelvan a alcanzar el listón de excelencia de la primera entrega o que My Own Worst Enemy haya sido cancelada por una trama desquiciada. Tan colgada del precipio que acabó precipitándose al vacío.
Álex
Coincido plenamente: el abuso del \”to be continued\” puede llegar a cansar mucho. A veces resultan tan forzados, que parece que nos toman por tontos…
Aidova
Sí, pero quién no se ha quedado hasta las 4 de la mañana por esos ganchos? A veces, somos tontos. Yo la primera.
Addison
Conozco a algunos que sólo pueden dejar de ver capítulos de estas series dejando uno de ellos a la mitad, en un punto en el que el interés dramático decaiga un poco. Si no, encadenarían uno tras otro como quien no puede dejar de comer pipas.
Jaina
No sé que es peor, encadenar capítulo tras capítulo sin que haya ningún gancho, o habiéndolo…
Peter Petrelli
Yo si creo que se abusa aunque como dicen alex y aidova parece que nos gusta que nos tomen por tontos… yo he llegado a ver siete capituslos seguidos de Prison Break sabiendo que tenia que trabajar al dia siguiente. Una droguita!!Por cierto, yo me baje el primero de My own worst enemy y me parecio flojito. No me extraña que se cayera por el precipicio y la cancelaran (muy bueno el juego con la palabra cliffhanger).
Guillermo Callejo
Efectivamente, con frecuencia se aprovechan de este recurso. En el caso de Perdidos, quizá el más paradigmático, creo que empezaron a excederse a partir de la tercera temporada. El afán de tener en vilo al espectador va en detrimento de la consistencia de las historias particulares, siempre sin fin definitivo. A mí, por lo menos, eso me causa cierto desasosiego.