Es un western de sentimientos. Dos personas, un diálogo. El psiquiatra Paul Weston cabalga con sus pacientes por los territorios de la intimidad y se enfrenta a sus traumas y sus heridas. Cara a cara. Alargando el tiempo, al igual que en los duelos, e intentando poner orden en el caos, como en cualquiera del Oeste.
Por supuesto, una serie así es posible gracias al modelo de negocio del cable estadounidense, tan decisivo en la revolución catódica de la última década. Pero eso solo aumenta el mérito. El espectador audaz, capaz de apostar por un tipo de historias diferentes, encuentra refugio en la consulta del actor Gabriel Byrne, que ha terminado con brillantez su tercera temporada en la HBO.
La serie es la adaptación que el cineasta Rodrigo García (hijo de Gabriel García Márquez, por cierto) ha hecho de un formato israelí (Be Tipul). La mayor originalidad es narrativa: cada día de la semana, el Dr. Weston recibe un paciente distinto. De lunes a viernes. Ante el estrés vital y profesional, los viernes es él quien tiene que acudir a recibir terapia con una vieja maestra.
De este modo, un espectador puede ver la serie horizontalmente, o, en un segundo visionado, optar por la verticalidad y seguir a uno solo de los personajes: por ejemplo la impresionante Sophie de los miércoles, una adolescente que ha intentado suicidarse. Hasta el momento, las tres temporadas han resultado sobresalientes. Y muy duras. Han cambiado actores, el protagonista se ha mudado de Baltimore a Brooklyn y la vida no cesa de pasar factura. Pero el dolor merece la pena. Porque es de esas series que te hacen mejor persona.
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Cortesías (Mr. McGuffin y la cuarta temporada de The Wire)
Hache
Mira que tengo ganas de verla, pero me parece que esperaré a estar anímicamente más tranquilo. Por eso aún no me he puesto con la segunda de Breaking Bad. Qué de sensaciones encontradas cuando una serie te deja tocado, ¿verdad?
WATANABE
Lo cierto es que quitando a Shopie y April no he conseguido empatizar del todo con el resto de pacientes de Paul. Esta es una de esas excelentes series de la que no he podido disfrutar del todo, por falta de conexión. A ver si a la tercera va la vencida.
Hyde
La tercera tiene sus momentos, pero no es comparable a la primera. En cualquier caso, a mí el momento más intenso de 'In treatment' es el encuentro con el padre del piloto, que le valió un Emmy al actor. No es la primera vez que veo la certera comparación de esta serie con un western. A mí siempre me provoca una tensión extraña, como si efectivamente fuera a producirse un tiroteo en cualquier momento entre los dos protagonistas. Enorme Gabriel Byrne, que más de una vez ha confesado el tremendo desgaste emocional y físico que le exige el papel. Como terapeuta nos gustaría adoptarlo. Como paciente es un terror.
Nahum
HACHE: Su vena poética se lo agradecerá, créame. WATANABE: A mí me pasa al revés. He empatizado con todos, aunque un poquito menos con Alex y, este año, con el personaje de Debra Winger. El resto, nivelón. HYDE: Pues fíjese que mi favorita, sin duda, es la segunda. La más dura… y la más luminosa.
OsKar108
Aún tengo que ver la 3ª, pero a parte de las de emisión actual, le estoy metiendo mano a The Shield (hace poquito que he empezado la 3ª temporada, no me extraña que tenga tantas buenísimas opiniones…), pero más adelante le tendré que hacer un huequito, que las 2 anteriores han sido sobresalientes.¡Saludos!
Brian Edward Hyde
Yo también me quedo con la segunda, aunque ver a un Paul tan frágil le da muchos puntos a este cierre de serie (al menos en principio). Y, para qué negarlo, la construcción de personajes ha vuelto a ser impecable.Saludos 🙂