No me equivoqué. Mis peores temores con Rescue Me se hicieron realidad: la temporada final, que bajó persiana hace una semana, ha sido olvidable; una pérdida de tiempo.
¿Qué haces si solo te quedan nueve capítulos de una serie que una vez fue brillante y rompedora, pero que ahora va de culo y cuesta abajo? Lo normal es que la termines por inercia. Para compensar el esfuerzo realizado. Quizá, también, por un pellizco de nostalgia y una comprensible curiosidad narrativa. ¿Morirá Tommy Gavin en un acto de justicia poética consigo mismo?
Como escribí, “sus dos primeras temporadas son realmente buenas, la tercera pierde pie, la cuarta hace agua, la quinta recupera brillantez y, al ser tan larga, comienza un declive que contagió a la sexta temporada, un gritito histérico y autoparódico toda ella. Mucha inercia, poquitas ideas y un capazo de vergüenza ajena”. La séptima ha sido incluso peor: en lugar del 11-S, Rescue Me ha acabado convertida en una serie sobre el alcoholismo y el histerismo. Para hacernos una idea, basta con recordar lo “excitante” de algunas de las tramas horizontales de este año: la adicción de Lou a los pasteles y su conversión a la religión del apio, la catastrófica preparación de boda de Colleen y Black Shawn y, oh la lá, los problemas que le genera a Sean una novia que, después del mambo, no para de tirarse pedos. Tal cual.
Rescue Me siempre ha tenido tramas esperpénticas. Pero en sus buenos -brillantes- momentos, la astracanada era un alivio cómico, una espita por la que soltar vapor emocional. Las risas de ese dúo sacapuntas que eran Sean y Mike se quebraban violentamente ante el horror de una niña carbonizada; el histerismo de Sheila se humanizaba con el largo monólogo -bello y doloroso- con que concluye el capítulo 5.5.; la ironía del chief Reilly o el colmillo de Lou no eran más que escudos para sobrellevar la tragedia. El cinismo era, simplemente, la única forma digna de huida.
Todo eso se ha desvanecido. Ni siquiera el inesperado aliento político de la quinta temporada ha asomado, en una serie que concluía justo 10 años después de la mayor tragedia vivida en suelo estadounidense. Ni política ni tragedia. Tan solo una versión sofisticada (y ni siquiera tanto) del humor de caca, teta y pis. El 11-S ha quedado como mera pelusilla. Eso sí, al menos encontraron la circularidad en este gigantesco speech de despedida, memoria del mejor Rescue Me:
http://www.youtube.com/watch?v=sKgvtnJPBwI&feature=related
Una historia que ha trabajado poco la estructura, como desvela el penúltimo capítulo: del final de la bochornosa boda Gavin, pasamos sin solución de continuidad a un fuego que acaba en tragedia. Los críticos apuntan a que el declive es culpa de Dennis Leary y su inmenso ego. ¿También lo serían los aciertos, digo yo? En todo caso, su Tommy Gavin ha acabado resultando un personaje estomagante y autoparódico. Y, lo peor, ha contagiado a un puñado de secundarios que alguna vez estuvieron escritos a machete.
El último capítulo tuvo sus momentos emotivos (esta carta y este sueño, por ejemplo) y recordó por qué esta serie sabía pulsar la tecla. Irlandeses, gaitas, ritos, funerales y un puñado de antihéroes intentando tomar aire. Nueva York como sueño y como pesadilla. El eterno retorno. Y la metáfora del fuego, como esa lucha imposible contra uno mismo y sus fantasmas.
Lo que me intriga es cómo una cadena tan consistente como la FX ha dejado que un show que se caracterizaba por una inflamable creatividad en sus inicios se haya quemado de forma tan escandalosa, dejando unos rescoldos sin vida. Pero, claro, hasta el fuego más gigantesco puede desbocarse y acabar reducido a cenizas. Como éste.
Vanessa
Uff… qué mal me lo pones. Esta serie yo la veo en versión doblada porque la veo con mi pareja y él muchas las prefiere así. Así que estaba esperando, algo impaciente aunque no demasiado, a que regresase traducida a la lengua de Cervantes. Me temo que mi espera no valdrá la pena. La verdad, algunos momentos de la última temporada (para ti la penúltima) me resultaron desagradables en exceso (inolvidable la burda imitación del ahijado cuando se pone al teléfono con la madre de éste mientras conduce) y dudé sobre mi relación con la serie. Pero para una temporada que falta… la veré, aunque ya sin demasiada ilusión.
watanabe
Tengo pendiente la cuarta y la verdad es que, diciéndome que la serie cae estrepitosamente a partir de la quinta, no me apetece tanto ponerme con ella.
Anónimo
Pues si es una pena que una serie que fue la mejor durante sus dos primeos años haya acabado asi de \”bien\”. Tenia que haber concluido en la quinta temporada, con ese disparo de su tío, por todo lo hijo de puta que habia sido Tommy.