The Good Wife va perfilando una poética de ascensor. Para el amor y para el humor. Hasta se puede adoptar como metáfora: de esas relaciones humanas que suben y bajan como si la vida discurriera por un parque de atracciones. Todas las combinaciones de personajes han tenido sus vaivenes: Will–Alicia, Alicia–Kalinda, Kalinda–Cary, Cary–Will…
Y, aunque todos amaguen con el botón de emergencia, la astucia de los creadores radica en mantenerlos en movimiento perpetuo. No hay compromisos estables en The Good Wife, precisamente porque sus protagonistas -carne y hueso- no son ni héroes ni villanos. No hay caricaturas ni esculturas en bronce, sino tipos que van desvelando nuevas facetas que hacen más complejas sus personalidades. Kalinda, ahora, encuentra su talón de Aquiles; la maternidad y el hogar hacen tambalear la entrega profesional de Alicia; y hasta un Eli Gold se confunde de enemigo.
Porque la gracia de una propuesta de abogados como The Good Wife está en el juego subterráneo, en cómo las tácticas -empresariales, políticas, legales y amorosas- van coloreando a los personajes, emparejando extraños compañeros de cama y de basket. Es, a la postre, un sutil reflejo de los mecanismos del poder en un paisaje, el leguleyo, donde lo importante no son los hechos en sí, sino sus reflejos verosímiles (es decir, las pruebas). Ya lo escribimos: nada es lo que parece, The Good Wife es un tratado sobre las apariencias. Fíjense en el timo del último capítulo: blanco y en botella.
Si el año pasado el bufete de abogados dirimía sus luchas intestinas, este año Lockhart & Gardner ha sentido el asedio exterior. Les han llovido palos desde todos los rascacielos de Chicago. En su audacia narrativa, la historia de fondo se sigue conjugando de lo lindo con los casos de la semana. Marca de la casa. Ni la irregular Awake la puede igualar por arriba ni la funambulista Fringe por abajo. Habría que mirar al cable para encontrar semejante equilibrio narrativo entre serial y series (Justified como paradigma).
Para tensar esa continuidad, como bien apunta Mr. Hyde, la clave está en alimentar un banquillo que no tiene parangón en la serialidad contemporánea. La pregunta no es quién ha pasado por The Good Wife, sino quién NO ha pasado aún. Estrellas invitadas de postín y un ejército de ocasionales recurrentes que aportan salsa, rumba y chachachá; firmo estos cinco que destacan en ¡Vaya Tele!, con adoración especial por Louis Canning y Elsbeth Tascioni, personajes con hechuras de spin-off cómico.
Si a todas estas bondades sumamos unos guionistas que escriben mirando el trending topic con el rabillo del ojo, una puesta en escena elegante, un inteligente empleo de la elipsis que enciende los subtextos y unas briznas de humor relajante, nos sale una serie de obligatorio visionado. La mejor de las que se emiten en abierto, capaz de competir en prestigio y premios con los mastodontes de la HBO y demás cableadas.
(No encuentro una foto donde aparezcan mis dos robaescenas favoritos, pero este Dream Team tampoco está mal)
Dejo para el final de la crítica las collejas. Son pocas, pero haberlas, haylas. El problema de competir contra uno mismo es que la dosis de exigencia es altísima. Por eso, queda raro decir que este año ha sido el peor de los tres; dejémoslo en el “menos bueno”. Quizá los casos autoconclusivos empiezan a acusar cierto cansancio narrativo, pero es que resulta imposible afilar brillantez en 22 episodios. Ni El Ala oeste, ni Homicide ni Expediente X fueron capaces de mantener el pulso tanto tiempo. Cada año tropezaban en capítulos débiles, de relleno. The Good Wife ha dejado batallas legales gloriosas este año, pero también ha tenido días donde el embrollo de la semana adquiría pinta de peaje inevitable.
Así mismo, la gran diferencia con las dos temporadas anteriores atañe al final. La clausura ha apostado por el punto y seguido, en lugar del párrafo aparte. Este año ha carecido del clímax de las anteriores, esos finales redondos donde todas las piezas encajaban al llegar a puerto. Ahora ha sido diferente: la season finale abrió tantas fugas de agua (el terrorífico matrimonio de Kalinda, las dificultades de la carrera política de Peter, las confesiones Will-Alicia, la repentina precaria situación en la que queda el bufete protagonista) que uno teme que el barco se hunda antes de reemprender viaje.
El naufragio no ocurrirá, por supuesto. Porque hubiera que usar una sola palabra para definir The Good Wife yo usaría “solidez”. Y la segunda, “ascensor”.
Begoña
Era muy difícil mantener el nivel. Como comenta Hyde en su entrada, el que digamos que esta temporada ha sido inferior a las otras no es sino un reconocimiento del altísimo nivel de las dos anteriores, especialmente la segunda.
Desde mi punto de vista, creo que The Good Wife ha llevado el arte del casting y del \”banquillo\” a otro nivel.
Y, aunque no tenga nada que ver con The Good Wife… Awake es irregular sí, pero qué pena da esa cancelación. Las premisas de la serie me convencían bastante…
Brillante análisis, como siempre. Saludos
El Club Silencio
Totalmente de acuerdo con lo que comentas del ascensor. Desde la escena del ascensor de la anterior season finale, e incluyendo en esta temporada la figura del hogar, creo que The Good Wife sigue explotando muy bien ciertas convenciones muy simbólicas, que aportan su parte más melodramática, algo que subyace en la serie desde el principio. El ascensor tiene mucha significación: como dices, el sube y baja, los rascacielos, la jerarquía, la relación política-justicia, etc.
De hecho, creo que esta vertiente dramática ha sido más sutil y expresiva que la parte más procedimental. Los casos siguen siendo brillantes, aunque se ve que intentan rizar el rizo poco a poco. Puede ser el lado más tenso y atractivo de The Good Wife, aunque yo sigo prefiriendo lo serial, que básicamente es la evolución de Alicia.
Un saludo!
satrian
Creo que son demasiados personajes a los que dar relevancia, todos buenos, lo que es un crédito para los guionistas, pero al conseguir esta excelencia en sus protagonistas y secundarios, hay que saber mantenerlos a todos en imagen y con elegancia, y muchos de ellos han \”desaparecido\” o han pasado a un segundo plano durante bastantes episodios de la temporada, es algo que deberían mejorar.
Yo si creo que ha habido capítulos más de relleno, y que ha tenido más altibajos que las dos anteriores, pero aun así puede dar lecciones a la mayoría de las series en antena.
Raul
Cuando estrenaron TGW vi media hora de su piloto y la abandoné. Pensé \”otra serie de abogados, ufff\”. Hace un mes he vuelto a darle una oportunidad y ya voy por la s02.
Me resulta más fácil hablar de ella diciendo lo que no es. No es ambiciosa como las producciones de la HBO, pero logra sus metas. no pone a sus guiones por bandera como los hijos de AMC pero son casi perfectos. Tampoco tiene grandes estrellas de protagonistas pero, como señalas, sus secundarios son un lujo. No se presenta como una serie política/social pero en muchos capítulos hay \”compromiso\”. Como sabes, no me gustan las series procedimentales pero TGW tiene unos juicios fabulosos
Una gozada