Debo de ser un tío raro. A mí sí me ha gustado mucho esta séptima temporada de How I Met Your Mother. Frescura, ingenio, colas de vaca, tontuna y mucho 3 en 1 romántico. Sí, también tiene sus chirridos, pero los despejamos al final de la reseña, que andamos en crisis y hay que ahuecar la depresión generalizada.
Que me haya gustado tanto puede responder a dos razones: la primera es que realmente la comedia de la CBS ha recuperado punch; la segunda es que mis expectativas estaban tan bajas tras el naufragio -avistado desde dos años antes- de la sexta temporada, que ahora hasta el Don Simon me sabe a Rioja. Me inclino por la primera.
Como he escrito en otras ocasiones, la sitcom clásica sufrió una voladura controlada en su renovación genérica. Larry David y Ricky Gervais colocaron dinamita en el formato, Scrubs y How I Met demolieron los códigos de la narración y, últimamente, Community o Portlandia han encendido la mecha del neo-surrealismo. En la dupla que nos interesa ahora, “Scrubs se centraba más en retorcer el punto de vista y presentarnos la realidad desde la mirada estúpidamente divertida del Dr. Dorian, mientras que How I Met apostó claramente por centrifugar el relato tradicional desde la base. El recurso más iconoclasta fue el de proponer el narrador de la serie como un mero macguffin. Y, a partir de ahí, emplear todo tipo de técnicas narrativas para generar comicidad: flashbacks, flashforwards, narradores juguetones, repeticiones, falsos pasados y un largo etcétera”.
En las tres primeras temporadas -lás más sólidas de la serie- los juegos narratológicos multiplicaban la eficacia de unas premisas de capítulo chispeantes, con mucho caracoleo y vacile. Después aburguesaron la imaginación y, sobre todo, adoptaron decisiones de calado -sobreexposición de Barney, derribo de cualquier tensión sexual no resuelta, un Marshall más pesado que el plomo, abuso de trampas narrativas en torno a la madre- que restaron brillantez al show. How I Met acabó fagocitada por la rutina.
¿Qué ha cambiado este año? Desconozco las bambalinas, pero me juego la uña del meñique a que han llegado refuerzos en la retaguardia creativa. Los personajes han caminado mucho más pizpiretos, las situaciones disparatadas sonaban mejor templadas y los juegos narratológicos emulaban una olla a presión. A esto hay que sumarle una evidencia: los espectadores hemos olvidado la ansiedad en torno a la identidad de la madre. Ni misterios ni leches. Por eso, los peores capítulos fueron aquellos en los que (¡ay, tramposillos!) Robin se contemplaba en el espejito de ser mamá. No es la primera vez que How I Met encara el drama -recuerden la cuenta atrás en la que muere el padre de Marshall-, pero aquí añadía una tomadura de pelo gratuita. Es lo que más cabrea de la serie: ¿dónde hay necesidad si esos burdos juegos de manos no aportan nada?
Si perdonamos esos borrones -que se han repetido en los estertores de la season finale, con el mandibulazo de Robin-, nos queda un año muy aseado, con capítulos francamente excepcionales como “Trilogy Time” (7. 20.) o “The Magician’s Code I” (7.23.), un delirante episodio rememorado -¡Community, Community!- a base de falsos clips. Su continuación (7.24.) clausuró con la ambigüedad denunciada hace un párrafo, esa que tanto se nos atraganta: Barney saca un conejo de la chistera -minipunto para su descabellada puesta en escena- para…¡arruinarnos el subidón en el último plano-sorpresa!
Este año todos los personajes han padecido un proceso de maduración que ha servido para cocer facetas inéditas: Robin y el sufirimiento vital por no poder tener niños, Barney y los celos y, sobre todo, Marshall y Lily con ese paso adelante que supone la maternidad. Incluso, a su manera, el bueno de Ted se ha dado cuenta de que hay que tirar el listón, puesto que la mujer ideal es siempre una excusa para peterpanear. Por el camino, este quinteto ha dejado un ramillete de capítulos divertidos y secuencias antológicas. En una serie donde pasan tantas cosas por semana es difícil recordarlo todo, pero sin esfuerzo ni Google me vienen a la memoria la corbata extravagante de Barney, la calabaza putilla, la casa menguante, el inesperado rollete entre Barney y Robin (y su taconeo en la boda), las aventuras del tren borracho o Marshall declamando cual Yoda en Atlantic City.
Ni tan mal, oye. Si la octava y ¿última? temporada mantiene este nivel, How I Met Your Mother podrá despedirse por todo lo alto. Como, por otra parte, esta serie que tanto quisimos se merece.
MacGuffin
¿En serio alguien se sorprendió de que Robin fuera la novia? A mí es que me pareció evidentísimo desde el principio 🙂
kikecb
Entonces a fuerza tiene que haber temporada 8 , y sabes cuando saldra? Ya la hicieron demasiada larga
MacGuffin
Kikecb, la serie fue renovada por CBS para una octava temporada hace ya varias semanas. Se estrenará en septiembre.
AlbertoNahum
Es más, ahora sí que están abiertos a una posible novena, ¿no, Marina? Por lo que leí, las audiencias han subido un pelín este año…
mackey
Copio lo que he puesto (tarde) en Vaya tele!
Yo creo que es la temporada en la que más han evolucionado los personajes: Marshall y Lily han culminado su camino a la responsabilidad teniendo un bebé; Barney ha dejado de ser un tullido emocional para convertirse en un ser humano lleno de verdaderos sentimientos; Robin ha tomado decisiones muy valientes después de pasear por su interior haciendo un profundo ejercicio de autoreflexión; y Ted, tras la conversación en el penúltimo episodio con Robin, por fin se ha percatado de que sin darse cuenta ha estado saboteando su futuro yendo detrás de mujeres que no querían lo mismo que él. Cierto que no ha habido nada resolutivo en esta temporada y entiendo que pueda decepcionar a algún seguidor, pero creo que se han sentado las bases para lo que va a ocurrir en la presumiblemente última temporada.
Si nos atenemos a lo plenamente humorístico, la serie ha recuperado la frescura que había perdido en la anterior y peor temporada. El ritmo de la idas y venidas en el tiempo ha sido imparable y los recursos utilizados variados (puntos de vista diferentes, falsos recuerdos, etc.). La magia de las 2 primeras temporadas es casi irrecuperable (la novedad es imbatible), pero la extraordinaria capacidad que tiene HIMYM de mantener intacta la inigualable esencia del concepto narrativo autopatentado es tremendamente elogiable.
MacGuffin
AlbertNahum, las audiencias son muy buenas (las mejores de su historia), así que no hay que descartar que lleguen a la novena. No es que \”ahora estén abiertos\” a ello, si no que nunca se dijo que la octava temporada fuera la última. Eso es algo que asumimos nosotros por nuestra cuenta y riesgo 🙂
brianedwardhyde
Es curioso, precisamente las trampas narrativas son el elemento que más me seduce de HIMYM, por innecesarias que sean, y es que toda la serie supone una gran trampa narrativa. El dramático capítulo narrado por Robin me parece sublime. Así, sí.
Santiago
La finale me dejó un poco desencajado pero la temporada en general si me dio buenas sensaciones.
El próximo año me gustaría ver a Bob Saget en alguna aparición especial y fugaz, estilo Stan Lee en las películas de Marvel. Se lo merece!.
Por cierto no es demasiado cliché la mujer a punto de dar a luz y el marido que no puede llegar?…