Pongo la tirita al inicio, que siempre facilita la cicatrización: esta temporada de Game of Thrones me ha gustado menos que la tercera, mi favorita. Pero -ésta es la tirita- no termino de saber bien por qué. A ver si reflexionando en voz alta encuentro el embrague.
(Espoilers de la cuarta temporada)
El año pasado atribuí una parte sustancial de la mejora a un cambio estructural en la forma de contar: cada capítulo contenía menos líneas argumentales, pero más tiempo para desarrollarlas. Eso provocó una densidad dramática mucho más cabal y carnosa, que permitía al espectador masticar el tempo de cada historia. Este año, sobre el papel, ese acierto se ha mantenido. Sin embargo, el appeal emocional me ha resultado mucho menor. ¿Por qué?
No cabe duda de que hay personajes mucho más excitantes que otros. Por ejemplo: una metafórica conversación sobre escarabajos entre el inefable Tyrion y el redimido Jaime (*) siempre resultará más sugerente que toda la subtrama de un Jon Nieve. Cualquier susurro de Varys o Meñique, cualquier peripecia de esa extraña pareja que forman Arya y Sandor Clegane (**) le da varios meneos a las predecibles intrigas de Cersei, el proverbial masoquismo de los Ramsay o los avances humanitarios de Daenerys.
(*) La escena de la violación corpore insepulto (¡uarggg!) fue una metedura de pata dramática. Hasta la rodilla, como insinuó el propio George R. R. Martin. Que una tipa capaz de torear a un Baratheon durante años no sea capaz de alejar a su hermano, ay, no cuadra con el maquiavelismo de Cersei. Tampoco parece que la pasión de Jaime -en pleno duelo paternal, ejem- anduviera muy justificada; de hecho, aquel arrebato quedó ahí, descolgado de los sucesos posteriores: su zumbido en la finale, de hecho, lo obvia por completo. Raro.
(**) Recordar que Juego de tronos es cínica sería como invocar que el mar es azul. Sin embargo, creo que la medalla al cinismo este año se la ha ganado esta frase inaugural de Clegane a Arya: “Simplemente entiendo cómo funcionan las cosas. ¿Cuántos Starks tienen que decapitar antes de que te des cuenta tú?”. Ouch. En todo caso, antes del duelo final, Clegane confirma que Brienne puede tener los huevos de esparto, pero, desde luego, aún resulta bastante ingenua si piensa que puede devolver a Arya a sus orígenes.
Pero eso -que haya personajes más atractivos que otros- siempre ha ocurrido. Es el talón de Aquiles de cualquier relato coral. Los problemas este año van por otro lado. Mi impresión es que han faltado dos cosas: choque argumental y verdadero avance narrativo. Veamos.
En primer lugar, una de las grandes diferencias de este año con la excelente tercera temporada ha sido que, a pesar de que cada subtrama contaba con más tiempo y calma, los escenarios y personajes han andado demasiado aislados. Todas las tramas han discurrido en paralelo, pero apenas se han cruzado. Lo hicieron más al inicio, pero el envenenamiento de Joffrey provocó la estampida de aguijones tan interesantes en el nido de avispas como Meñique y Sansa. Más allá, el cruce de subtramas ha venido por ciertas escaramuzas (Greyjoys vs Boltons, Ygritte–Snow) que se agotaban en el capítulo, evitando una mayor implicación emocional y política. Las grandes piezas del tablero, por tanto, han seguido muy alejadas: Bran, Daenerys, Arya, Snow, Stannis y toda la tenebrosa prole de los Lannister. Por eso toda la temporada ha dejado un fuerte aroma a transición, a necesidad tractora: mover las piezas de un lugar a otro, a la espera de colisiones más sangrantes en el futuro.
El segundo problema que detecto está en parte relacionado con ese volar en paralelo, sin tocarse. Sería absurdo decir que en Juego de tronos no pasan cosas. Al contrario: su trama siempre está congestionadísima. A lo que me refiero con problemas en el avance narrativo es, precisamente, a la falta de grandes acontecimientos. Mucho caracoleo en medio campo y poco buscar el gol; eso sí, cuando marca es por la escuadra.
Si nos fijamos en el clímax de las temporadas anteriores -el siempre excitante capítulo 9-, este año ha faltado la agonía explosiva que para todo el relato implicaba un “Baelor” (1.9.), un “Blackwater” (2.9.) o un “The Rains of Castamere” (3.9.). En esos episodios uno casi podía escuchar el mecanismo del relato girando, tras recoger los restos del naufragio en el que colisionaban política, emocional y moralmente muchas de las tramas. Este año los momentos culmen han tenido poca trascendencia para la trama principal, esa lucha por el poder que da título a la serie.
Así, por muy brillante que fuera la montoyesca coreografía de Oberyn Martell, no deja de ser una nota al pie en el relato. De acuerdo, lo sé, lo importante ahí, narrativamente hablando, era el destino de Tyrion Lannister. Pero incluso eso lo han dilatado tanto -y lo han resuelto con un escape tan, tan fácil- que no ha terminado de funcionar desde el punto de vista estructural. Me explico.
En primer lugar, no me ha convencido la conspiración de toda la peña -“Es el nombre de la familia lo que permanece”, clamaba Tywin en la primera temporada– contra el bueno de Tyrion. Sí, vale, que es una oveja en medio de una jauría de lobos… pero al menos podrían guardar las formas, ¿no? Porque Tyrion ES familia. Que Cersei le odie tanto por algo que no es ni siquiera culpa suya (¡¡nacer!!), es de un simplismo que me desarma…
Ahí late mi principal pega con el final de “The Lion and the Rose” (4.2.). No es solo que toda la tensión final quedara vacía de sentido ante una inminencia -calma antes de la tormenta- que, en efecto, recordaba poderosamente a la boda roja. ¡Hasta sonaban las mismas lluvias durante el capítulo! Como escribía @NachBello, tanto va el cántaro a la boda… que al final se rompe. El efecto dramático del. 4.2. resultaba mucho menor que el del 3.9. por tres razones: como acabamos de explicar, la muerte era previsible; en segundo lugar, todo quisqui anhelaba una muerte horrible para el psicópata de Joffrey; y, por último, la coda del episodio daba al traste con todo el invento, al exhibir acusaciones infundadas e infantiles contra Tyrion. Un movimiento artificial, ortopédico.
Que sí, que Poniente no es una democracia nórdica, vale, pero uno asume que en un lugar tan sofisticado para la conspiración y con tanta mala leche por centímetro cuadrado haría falta algo más que una madre histérica para llevarte al calabozo, ¿no? Sobre todo si comes en la mesa presidencial…
Al menos, ese desliz ha servido para componer una de los mejores frontones dramáticos del año: el juicio y el cautiverio de Tyrion Lannister. Su dolorido speech del final del 4.6. demuestra no solo el extraordinario carisma de Peter Dinklage, sino la falacia de los vínculos que tanto llenan la boca de Twyin Lannister. El poder en Juego de tronos está por encima de la familia; el cinismo ha barrido cualquier principio, cualquier vínculo de sangre. Pero estábamos hablando de falta de avance narrativo, ¿recuerdan? Todo el grillete de Tyrion ha resultado una salida en falso. Un tikitaka para que Tyrion acabe escapando (***), como todo el mundo intuía.
(***) Aunque narrativamente la forma de escapar de Tyrion haya quedado plana, sus últimos minutos han servido para uno de los grandes duelos verbales de la temporada. En efecto, ni siquiera la genética es ya un vínculo sagrado. Todo el desprecio paternal obtiene la recompensa del búmeran. Ya lo dice el refrán: “Acogí al ratón en mi agujero, y volvióseme heredero”. Ah, que no se me olvide: minipunto para Twyin por diñarla jiñando. Qué comedida la cámara, habitualmente tan explícita; ¡si ese es el realismo sucio, stricto sensu, que demandamos de la serie los antipuritanos!
Si la (no) ejecución de Tyrion o el baile de Oberyn Martell y La Montaña (****) ejemplifican cómo el avance narrativo ha resultado más efectista que efectivo esta temporada, al esperado “The Watchers on the Wall” (4.9.) le ocurrió más de lo mismo.
La tradición del capítulo 9 no decepcionó. Los años pares, épicas imposibles; los impares, guillotinas inesperadas. Como espectáculo televisivo, “The Watchers on the Wall” ha hecho cima. No recuerdo un capítulo individual más espectacular -en el sentido más pirotécnico de la palabra- que el 4.9. No era solo el mimo de los efectos especiales (la guadaña gigante, los mamuts), sino una cinematografía operística, capaz de planos larguísimos como el que trazaba una semicircunferencia entre un lado y otro del muro o el que, en medio de la batalla, establecía un plano-secuencia que se iba deteniendo en todas las escaramuzas a pie de pista. Fue un episodio impresionante. Imponente.
(****) Ya van por tres actores diferentes para interpretar al sanguinario armario Clegane. ¿Su misteriosa cura le permitirá, esta vez sí que justificado argumentalmente, ser encarnado por un cuarto?
Aún así, tienen razón quienes critican tanta fanfarria para tan poca consecuencia. La sangrienta y fastuosa batalla constituye un simple punto y aparte. Al acabar el episodio la amenaza de Mance Rayder sigue ahí y nada de lo sucedido influye lo más mínimo en el resto de lo que se juega en el tablero. No ostenta el decisivo avance narrativo de un “Blackwater” (2.9.), el episodio con el que debe compartir díptico el 4.9. Por eso sabe tanto a deus ex machina la caballería de Stannis Baratheon en “The Children” (4.10.) y por eso ahonda en la sensación de que el penúltimo capítulo fue tan fastuoso como irrelevante argumentalmente.
A mí, sin embargo, no me importó. Disfruté de una hora de épica al borde del abismo, acción a raudales, planos imposibles y emociones incandescentes. Incluso sin haber invertido mucho tiempo con Grenn, me conmoví mucho cuando, como si fueran los músicos del Titanic, reivindica su juramento ante lo que sabe que supone una muerte segura:
El capítulo, en general, estuvo lleno de detalles que pretendían compaginar emoción y acción, desde la previsible muerte de Ygritte en brazos de Jon Snow hasta la redención heroica de un viscoso Ser Alliser o la confidencia de un Maester Aemon.
El último capítulo (el irregular “The Children“) ha incidido en algunos de los inconvenientes de la temporada (la ya citada trompeta de Stannis, el aislamiento de Daenerys o la pesadez de Cersei), pero también ha sabido tocar la tecla emotiva en la cruel despedida de Arya y Clegane, la desesperación vital de Tyrion o la mirada resignada de Varys.
¿Es suficiente esta bruma de imperfección para una serie tan ambiciosa como Game of Thrones? Pues, como siempre, depende de lo que uno busque en una pantalla televisiva. Por muchas sugerencias que uno tenga, no hay duda de que la adaptación de las novelas de George R.R. Martin mantiene un nivel medio excelente. Compensa sus capítulos más aburridos con finales de infarto; contraataca su irregularidad dramática con torpedos a la línea de flotación. Engancha. Crea adicción. Uno no puede parar de verla, de leer sobre ella, de comentarla. De quedarse flipado con la excelencia técnica de la lucha contra los esqueletos (“llamando a los argonautas, llamando a los argonautas”) y rascarse la cabeza por el futuro de Bran, Arya o la cada vez más adulta -fingir como símbolo del adiós de la inocencia- Sansa. Por mucho que la pequeña pantalla me interese narrativa o ideológicamente, sigo viendo la tele sobre todo por diversión. Y Game of Thrones cumple. ¿Que es más pop que gafapasta? Sí. ¿Y?
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Otras consideraciones rápidas:
–Esta lista de los mejores personajes vivos de la serie (¡¡117!!) ya necesita enmiendas.
-He echado mucho de menos a Thoros de Myr, Beric Dondarrion y demás hippilongos de la Hermandad sin Estandartes.
-A ratos también resulta frustrante no saber más de los “Caminantes blancos”, una amenaza que nunca terminamos de entender como tal, ya que la peña está más preocupada en apuñalar al vecino. Por eso estuvo bien que Benioff y Weiss nos recordaran a la audiencia su mortífera existencia:
-El cambio de Daario Naharis por Michiel Huisman le ha aportado más encanto al personaje. Sin embargo, donde el séquito de Daenerys ha ganado empaque ha sido por el costado de Grey Worm y Missandei. No deja de ser una historia de amor bastante simple, pero está bien exhibida la discapacidad emocional del primero. El resto de esa subtrama, a la espera de saber cómo acaba el exilio de Jorah Mormont, ha resultado discreta, por mucho que sea la más explícitamente política.
-Como fan de Meñique, me dio pena que Lysa Tully resultara tan, tan estúpida. Peter Baelysh necesita manipular a gente con un poco de luces, si no, no tiene gracia y no creeremos que es el hijoputa más destacado de Maquiavelo. En general, lo de los celos de la niña y el posterior deshacerse de ella, uf, resultó un poco patillero.
-Esta serie da para varios ensayos sobre las relaciones entre padres e hijos. Me temo que menos el incesto, hemos visto de todo, ¿no? Stannis, a pesar de su falta de profundidad dramática, parece el más trágico.
-¿Qué más penalidades le quedan por soportar a Theon Greyjoy? En un show con un índice de mortalidad tan alto, no hay duda de que si lo mantienen con vida es porque la metamorfosis de Reek aún tiene sorpresas que deparar.
-Otra metamorfosis: Arya Stark y su camino para convertirse en una máquina de matar. ¿Cruzará alguna vez al lado oscuro?
-Que un relato consiga que te dé pena la muerte -poética muerte, incluso- de un tipejo como Sandor Clegane, exhibe a la perfección por qué la historia de Arya Stark y el Perro ha sido de lo mejor que ha hecho Juego de tronos en sus cuatro años. Las ya clásicas estrategias retóricas y narrativas para sentir “simpatía por el diablo“.
Joelteka
No sé. Diría que tu crítica intenta como una serie con alma propia, cuando es solo una adaptación de los libros. El problema está en como lleves ese material a la pantalla y yo creo que los problemas este año han sido dos.
El primero el de no saber acabarlo. Ese último episodio (e incluso el octavo sufrió de lo mismo) en el que han intentado empaquetar todas las cosas que sucedian en el libro no ha funcionado. El momento en el que Tyrion escapa de la cárcel queda con rápido, sin empaque. Esa se suponía que iba a ser la sorpresa este año y en cambio le han dado tan poco aire que no consigue transmitir nada. Necesitaban unas escenas para calentar esa acción, más conversaciones con su padre en capítulos anteriores, o alguna discusion sobre este antes de que Jaime lo libere. En cambio, el camino que han tomado es el de \”pasemos a otra cosa\”. Lo mismo ha pasado con otros tantos personajes: la muerte de Ygritte, el cambio de Sansa, la lucha entre Sandor y Brienne. Todas escenas necesitaban ser echadas a freir antes de ponerlas en el plato.
El segundo problema es que la dirección ha fallado y mucho. Nadie parece decirlo porque Game Of Thrones es una serie de gran factura, pero las escenas importantes tenían grandes problemas de rating o de realización de planos. Sufrían de \”peterjackismo\”. Detrás de mucha floritura no existe un real conocimiento de la técnica. Por eso muchas escenas quedan tan flojas. Uno revisa escenas como la de la muerte de Lysa Tully y lo ve claramente. Lo mismo sucedía en ocasiones en otras escenas como la de la muerte de Ygritte y la boda de Joffrey. Vale que es una serie de televisión y hay muchos directores en la mezcla, pero es imposible no notar que es uno de los grandes problemas de la serie.
Lo peor es saber que a partir de aquí la serie va por terreno libre. Pocas esperanzas tengo.
Alberto
A mi me ha gustado bastante mas que a ti, y me parece en general una adaptacion casi modelica, aunque si que tiene razon Joelteka en lo de que algunas cosas necesitaban haberse presentado con mas cuidado, especialmente la fuga de Tyrion, que queda demasiado andando \”como Pedro por su casa\” por el castillo, y no acaba de funcionar en ese aspecto. El problema lo veo mas en el material de base, ese \”jugar en medio campo sin intentar el gol\” y esa separcacion de las tramas, ya esta en las novelas, aunque a esta altura de la historia, yo aun ni lo habia notado, mas que nada por que como no me molestaba por que lo que me contaban me parecia interesante, no me habia hecho falta pararme a buscar algo que no funcionara, ya que para mi si lo hacia… problemas mucho mas gordos les esperan a partir de ahora, y es que en los libros que les quedan, en mi opinion Martin ha tomado decisiones equivocadas de bulto, sobre todo en cuanto a estructura y ritmo, y dificil se lo ha puesto para que la serie mantenga el interes (no imposible, tambien hay trama interesante, pero se lo van a tener que currar mucho mas que hasta ahora para hacerle funcionar… lo imposible llegara dentro de dos o tres años, cuando inevitablemente le alcancen y no queden libros escritos que adaptar)
MissMacGuffin
Arya ya está en el lado oscuro 🙂
Marta G. Coloma
¡Uf, Alberto, por una vez estoy en desacuerdo contigo! Has sido demasiado benévolo con esta temporada, aunque quizá sea porque no eres lector de la saga y nosotros somos unos frikis puntillosos.
No ha sido una mala temporada, pero hay algunas cosas que sobraban totalmente, especialmente el romance Missandei-Gusano Gris, las muertes de varios personajes que en ningún momento mueren en los libros y pueden ser importantes en el futuro, la pseudo violación… Qué decir de lo regular que actúa Emilia Clarke… (su trama sigue siendo muy pesada). La finale ha sido muy atropellada.,, y encima ha dejado a los lectores con mal sabor de boca por un detallito.
En todo caso espero ansiosa la siguiente temporada, en la que se nos descubrirán los mundos de Dorne y Pyke y a nuevos personajes muy interesantes. Creo, además, que volveremos a ver a los amigos de la Hermandad. ¡Saludos! 🙂
Otis
Con todo mi cariño y admiración a los lectores del libro:
1) \”adaptación\” no significa \”traslación literal\”
2) CANSINOS.
Con cariño 😉
poliptoton
(SPOILERS, evidentemente)
Acepto todos los reparos, Alberto, en especial lo de esas dos tramas ventiladas a toda velocidad en el último capítulo, pero sí creo que hay algo en lo que esta cuarta temporada ha sido superior a todas las demás, y no precisamente algo menor sino el principal problema de la serie desde el principio: la narración. Por fin ha resultado fluida, por fin todo ha encajado bien, por fin (aunque, como dices, unas tramas siempre interesen más que otras) ha dejado de molestar que le den tiempo a algunas, por fin se ha acabado el sistema de cuotas (tres minutos para cada uno en cada capítulo) y han ido a donde tenían que ir en cada momento…
Coged cualquier episodio de la primera temporada y comparadlo con uno de ésta. Al margen del evidente salto de nivel en la producción (¿cómo carajo pudimos vivir una temporada entera sin estos exteriores que tenemos ahora?), aquella narración ortopédica que avanzaba a trompicones, aquella idea de \”la serie donde vemos a personajes hablar de cosas que ocurren, pero no vemos a esas cosas ocurrir\” ya no existe. Podemos discutir (y ya sabemos que \”Juego de tronos\” es la serie que más da para discutir) si la tercera es mejor que la cuarta, pero la serie en este momento está donde tiene que estar y, sobre todo, donde aspiraba a estar hace tres años, cuando parecía que iba a estar permanentemente prometiendo cosas que no podía cumplir.
Ahora, después de este punto y aparte, parece que se abre una nueva etapa que debe de dar bastante vértigo a sus creadores (\”justo ahora que sabíamos cómo hacer las cosas, quemamos todos esos puentes\”). Ojalá que sepan salir de ésta, porque el espectáculo de \”Juego de tronos\” no nos lo da nadie más en este momento.
Alberto Nahum
JOELTEKA: En lo primero estamos de acuerdo, pero desde el inicio, ese siempre ha sido el reto de una serie. Bueno, hasta cierto punto es el reto de cualquier adaptación. En esta ocasión con el añadido de lo ingente del material que manejan. Con lo segundo, no sé, yo no estoy disconforme con la dirección; no olvidemos que la serie es un espectáculo masivo, han de embridar los experimentos, me temo.
ALBERTO: En todo caso, dentro de poco la serie adelantará a los libros, ¿no? Por lo que la emancipación hasta puede ser buena…
McGUFFIN: Bueno, bueno, que aún le queda algo de humanidad a la chiquilla…
MARTA: Pero no olvidemos que la serie ha de ser autónoma, porque si no, ¿cómo demonios se justifica una adaptación para millones de personas que no los han leído? Como decía arriba, es el gran reto de una serie así.
OTIS: Je, las mayúsculas están muy sobrevaloradas 🙂
POLIPTOTON: Estoy de acuerdo con tu planteamiento completamente. Pero solo un detalle: el gran cambio estructural sucedió en la tercera temporada. Todas las bondades que comentas ya estaban el año pasado, donde la trama decidió apostar por la calidad en lugar de la cantidad. Lo discutimos aquí también.
Javier Meléndez Martín
Fantástico análisis, Alberto.
Matar a Joffrey y a su abuelo me resultaría impensable en una serie española. Estos personajes morirían en el capítulo 300… \”Juego de Tronos\” arriesga mucho quitándose de un plumazo a estos dos tipos, y lanzando a algunos de los principales personajes a recorrer el mundo.
Creo que esto reafirma la idea de que\”Juego de tronos\” es una serie de personajes. Como dice Ortega y Gasset sobre los personajes de los seriales cinematográficos (en Teoría de la Novela): No importa lo endeble de la trama, nos gusta ver a los protagonistas moverse, entrar y salir. Y yo, estoy deseando ver qué hace Tyrion allá donde vaya.
Javi Marcos
Soy lector, relector, rerelector y en general le dedico cierto tiempo de mi vida (web, podcast, medios) a la saga de Canción de Hielo y Fuego, adaptada a la TV como Juego de Tronos. Sin entrar en spoilers, por supuesto, voy a intentar dejar mis expresiones.
Desde el punto de vista puramente seriéfilo, sin contar la adaptación, Juego de Tronos me parece sobresaliente. Por supuesto no entra en ese Olimpo de The Wire, The Sopranos y alguna más, pero me parece tremendamente elogiable que mantenga una calidad notable con un atractivo tremendamente popular. Es la serie más vista de la historia de la HBO, más descargada de la historia en general, etc, etc.
Como lector de los libros, creo que la adaptación es en general buena. Hay algunos cambios mejores y otros peores, pero hay que estar satisfechos. Por comentar un detalle: Tyrion y Jaime se despiden en los libros en una situaciones mucho más trágica, pues acaban a malas por dos revelaciones que hacen uno al otro, sobre el pasado de Tyrion y lo que hizo Cersei con Jaime ausente. Por ello, el contexto de Tyrion es radicalmente distinto: Tyrion va a la Torre de la Mano desolado al verse solo en el mundo, pues ni su hermano, el único que le quiso, le fue sincero. Su marcha de Desembarco tras sus dos asesinatos es sumamente trágica y traumática para él, en absoluto triunfante. Y Jaime también quedará marcado por esa conversación.
En mi opinión, conociendo el material original, los creadores de la serie hubieran hecho mejor las cosas convirtiendo la 3ª y 4ª temporadas en una sola de 15 capítulos, haciendo que algunas tramas no avanzaran tanto. Dany por ejemplo terminaría su historia al llegar a Mereen: tras conquistar su tercera ciudad, decide no seguir expandiendo su imperio sino permanecer a reinar. La cosa es que la HBO exige una temporada nueva cada 12 meses, por lo que el caso que propongo no es posible.
Veo en tus quejas parte del problema de alargar un libro en 20 capítulos, y para arreglarlo, meter eventos futuros de forma algo curiosa. Por ejemplo, la Boda de Joffrey debe suceder inmediatamente después de la Boda Roja, no un año después: en los libros no hay ni 50 páginas. Es un shock que no te esperas, pues aún tu subconsciente está lamentando la masacre que acaba con Robb, Catelyn y la guerra.
Un tema que levantó ampollas fue la escena del septo. Según actores y director no hubo violación, según algún guión sí. Creo que la idea general era mostrar que la relación Cersei-Jaime es violenta y sucia, pero que constara en pantalla que Cersei consentía ese momento íntimo pese a su inicial rechazo (Cersei empieza negándose en casi todas sus escenas sexuales). Sin embargo, en pantalla no dio esa sensación: error grave de actores, dirección y producción por no lograr transmitirlo.
Efectivamente, hay personajes con más carisma que otros. Creo que no se ha hecho especial hincapié en Oberyn Martell, que en un puñado de episodios se convirtió en memorable. Jon Nieve o Daenerys no son muy emocionantes, al igual que pasa en los libros, pero entre un cierto tipo de público estos personajes casi heroicos son populares.
Sí que he leído a críticos americanos que las tramas se empiezan a contraer y no expandir. Brienne se encuentra con el Perro (algo que no sucede en los libros), y Stannis, una trama que muchos no entendían hasta ahora, acude al Muro donde también están los salvajes. Las marchas de Tyrion y Arya de Poniente, teniendo en cuenta sus futuros destinos, sí que prometen juntar personajes en un futuro.
Como ya comenté, el capítulo gordo esta temporada ha sido el 10º, y no el 9º como las anteriores. Aún así, los creadores han seguido introduciendo eventos relevantes en los capítulos anteriores: la caída de Lysa y la ascensión de Meñique y Sansa en El Nido; o la muerte de Oberyn que, como Príncipe de Dorne, evidentemente tendrá sus repercusiones más allá de la marcha de Tyrion y lo que él provoca al huir.
Cersei no solo odia a Tyrion por matar a su madre. En los libros (y en la próxima temporada) se darán más motivos, pero tiene que ver con un evento de su pasado. Ojo, en los libros también lo descubrimos tarde (no es hasta el 4º libro cuando tenemos capítulos desde el punto de vista de Cersei): la inquina casi absurda hacia su hermano también nos parecía infantil.
Para entender el odio de Tywin a Tyrion hay que ver la historia de su personaje. Tywin, obsesionado con el legado, acabó con los mayores enemigos de su casa con 19 años matando sin piedad hasta a niños y mujeres. Un enano borracho y putero es una afrenta al nombre Lannister. Un enano que mató a la única mujer que amó y le entendió (y le gobernó, como cuentas las crónicas de los libros), su prima (¡) y esposa Joanna Lannister. Una Joanna de la que estuvo enamorado el Rey Loco Aerys, lo cual provocó algunos rumores en la corte. Lo de “no eres mi hijo” ha levantado ampollas y teorías: hay quien dice que el mismo Tywin quizás sospeche que no sea su hijo. Pero eso, son teorías. Sería irónico que el más Lannister, el más parecido a su padre, no sea su hijo natural.
Acusar a Tyrion tiene sentido. Un enano es como un bastardo, no se le respeta ni nadie le quiere. Mejor sacrificarle a él que la alianza con los Tyrell. O que acusar a Oberyn y declarar la guerra a Dorne, donde está Myrcella, la hermana de Joffrey.
Efectivamente, la batalla del 4×09 no cambia el status y sí, resulta tremendamente efectista. ¿Hubiera sido bueno meter la irrupción de Stannis al final de ese capítulo? Es complicado saberlo, parecería aún más deux ex machina – sin serlo, recordemos el final de la pasada temporada, con Mel y Davos urgiéndole a ir al Muro – y recordaría demasiado a la llegada de Tywin y los Tyrell en Aguasnegras; pero también le habría dado un final más sólido.
Efectivamente último capítulo peca de meter demasiadas cosas. Si hubiéramos acabado la trama de Bran o de Dany en el 8º capítulo, como la de Sansa y los Bolton, e introducir lo de Stannis en el 9º, quizás hubiera respirado mejor. Entre otras cosas, para darle más peso dramático a la huida de Tyrion, parece demasiado apresurado todo.
Y es que quizás no se percibe el gamechanger que es el final de temporada. Si al principio teníamos a Joffrey en menor medida y sobretodo a Tywin como gobernantes de Los Siete Reinos, los dos han muerto. Como presagiaba Davos en su genial escena en el Banco con Stannis, sin Tywin el reino queda en manos de la inestable Cersei, el nada político Jaime y las víboras Tyrell. Nada halagüeño.
Si el final de la pasada temporada había visto fin a la Guerra de los Cinco Reyes con la muerte de Robb Stark y la causa norteña, sin Tywin será difícil mantener el orden. Tywin era el hombre más poderoso de Poniente, el que ponía orden y mantenía bajo control a los Siete Reinos, desde los vengativos dornienses al Norte con su aliado Roose Bolton. Y encima le ha matado su hijo, que se verá obligado a huir junto con Varys, otra figura política vital de la capital.
Una mención: la Hermandad sin Estandartes hubiera aparecido si se hubiera respetado el epílogo original de Tormenta de Espadas. Pero quizás la escena con ellos hubiera sido tan impactante (y bizarra) que eclipsaría tanto el resto del último capítulo que se lo han guardado para introducirlo de otra manera y en otro momento de la siguiente temporada.
Últimos detalles a destacar: en mi opinión la serie tiene unos guionistas mediocres (la mayoría son de Benioff y Weiss, los showrunners) salvo por Bryan Cogman, que se ocupa de 1 o por primera vez, esta temporada, 2 guiones por temporada. La dirección tampoco es precisamente soberbia. Las mejores escenas suelen ser la más fieles, a veces hasta con las mismas frases, que las de los libros. No es casual.
A cambio el cast de actores es el mejor en la actual TV. Hay decenas y decenas de personajes, y salvo uno o dos puntos débiles (Clarke/Daenerys, Gillen/Meñique), el resto es absolutamente extraordinario, destacando Charles Dance, Peter Dinklage, Alfie Allen, Rory McCann, Maisie Williams, Sophie Turner o Diana Rigg, por decir un puñado de nombres. También los escenarios son normalmente espectaculares, así como la música en algunos momentos : la canción de la última escenaThe Children, es memorable.
La quinta temporada va a ser un reto por el material que van a tratar, distinto, con unos cuantos personajes nuevos y unos protagonistas que se van a encontrar en situaciones nuevas: gobernando (Cersei, Dany, Jon en menor medida), entrenando (los niños Stark) o viajando (Tyrion, Sam). Espero que no defraude a los lectores y sobretodo, siga gustando a los que no lo son.
PD: Parte de la quinta temporada se va a rodar en España, en Andalucía. Se une a Irlanda del Norte, Islandia y Croacia. Y en España se van a rodar ni más ni menos que Dorne, el fascinante Séptimo reino de donde proviene Oberyn Martell. Tiene sentido pues Al-Andalus es una de las varias inspiraciones que tuvo GRRM a la hora de imaginar este lugar.