Mike: ¿Qué estás haciendo?
Jimmy: Lo correcto (“Bingo”, 1.7.)
Breaking Bad prometía, desde su primera clase de química, un relato sobre la metamorfosis moral de un hombre bueno. Precisión de entomólogo: larva-crisálida-imago. Cuándo mudamos de piel y esa puñetera, agónica, interrogación de por qué algunos cruzan al lado oscuro y otros se quedan en la orilla despidiéndose con melancolía e impotencia.
Todas estas metáforas biológicas y simbolismos cancerígenos están muy masticados por quienes se han zambullido en la sensacional Better Call Saul (en España por Movistar Series), el arriesgado spin-off de Peter Gould y Vince Gilligan. Y por eso ahí asoma su primer obstáculo: es una serie que pone en su diana a un público exigente (tono y ritmo, como analizaré más adelante), pero, sobre todo, es una serie que se nutre de los fans de Breaking Bad.
“Ya, ya, oiga, pero es que los fans de Breaking Bad son todos los seriéfilos del mundo”. Sí y no. Los fans de las andanzas de Walter White son legión, pero todo el mundo conoce a peña a quien se la ha recomendado pero no ha podido pasar de su primera temporada, por lo lento del ritmo (*).
(*) Siempre pongo un ejemplo que tengo muy a mano: mi esposa tardó dos meses y medio (y varias insistencias mías) en ver los primeros 13 capítulos de Breaking Bad; pero justo desde el 2.8. (precisamente “Better Call Saul”) se puso en modo maratón y en un fin de semana largo se ventiló hasta el 3.13. (“Full Measures“).
Porque Breaking Bad, quizá nos cueste recordarlo ahora, era un salvaje crescendo narrativo que iba cuidadosamente recogiendo los frutos plantados durante sus dos primeras temporadas. Ahí está el primer problema para arrancar con Better Call Saul: venimos de temporadas frenéticas en su relato padre, por lo que andamos con el pie cambiado al encontrar un ajedrez que apenas está moviendo peones con parsimonia Kasparov.
El segundo problema atañe al tono: el personaje de Saul Goodman es una de las claves del salto de calidad que pegó la segunda temporada de BBad. Era un alivio cómico genial, que actuaba de contrapeso caradura al progresivo ennegrecimiento de Mr. White y al vértigo criminal de los acontecimientos. Por eso yo esperaba más comedia en Better Call Saul, por muy humor negro que necesariamente se gastara. Y, sí, tenemos los hermanos skater del inicio, la proverbial labia de McGill, el running gag con Mike a la salida del párking… pero, básicamente, Better Call Saul es drama duro, sin apenas resquicios para la ligereza. Sin embargo, estos dos elementos, que a priori pueden resultar dañinos para el futuro de la serie, son los que artísticamente (dramáticamente, si no queremos ponernos trascendentes) la hacen tan interesante.
Las ampliaciones diegéticas (desde el remake hasta el spin-off) han de encontrar un equilibrio entre innovación y familiaridad. El espectador no suele apostar por una fotocopia, porque para eso está el original (el fracaso de Joey); sin embargo, suelen triunfar las derivaciones que mantienen el aroma sabiendo avivar los ingredientes (Frasier, Battlestar Galactica, Hannibal); un mundo conocido al que se le aplica una vuelta de tuerca para aportarle personalidad propia.
Eso hace Better Call Saul.
Su ritmo “rumiante”, como lo ha sintetizado Mikel, y su tono sombrío -a juego con una fotografía oscura, que habitualmente nos deja mitades de rostro en penumbra, alejada de ese ardor desértico que tanta salsa aportaba a Breaking Bad– contrastan con el vivaracho Saul Goodman que todos teníamos en mente.
Cuesta acostumbrarse, cuesta entrar, pero si uno alcanza el fascinante “Five-O” (1.6.), ya solo tiene que dejarse rodar cuesta abajo hasta la finale. Ese capítulo -uno de los mejores del año- es clave no solo por ceder el protagonismo al gran Mike Ehrmantraut, sino por recordarnos que cuando el universo de Breaking Bad enfila el crimen de sangre, lo hace desde una inquietud moral siempre trágica, atribulada. La aventura leguleya de Jimmy McGill no tiene la fuerza narrativa -ni las posibilidades estéticas- que ofrecía el tráfico de metanfetamina, por eso es muy astuto que la serie incluya desde el inicio -y vaya desvelando con mimo- a un personaje que ejecute (en todos los posibles sentidos de la palabra) la cuota de acción necesaria para un mundo de hampones, timadores y traidores.
Sabemos que ni Jimmy McGill ni Saul Goodman alcanzarán las cotas de sangre de Heisenberg, pero sí es evidente que para sobrevivir entre lobos necesitas a un buen mastín. ¡Si Mike es capaz de sacudirse a dos maromos blandiendo un sándwich de pimiento… qué no hará cuando lleguen los verdaderos guantazos!
En este sentido, la dificultad de Better Call Saul es la de llenar los huecos del pasado de estos dos tipos sin traicionar las figuras que conocemos por Breaking Bad. En Mike, además, BBad es estación termini. Pero incluso en estos pocos capítulos ya tenemos más información de por qué amasaba tanto dinero o las razones que hacían de él un abuelo de huérfana. Hasta esos códigos samuráis -a la postre, su perdición- aparecen explícitamente en “Marco” (1.10.): “¿Quieres saber por qué no cogí el dinero? (…) Fui contratado para hacer un trabajo. Lo hice. Ahí se acaba”.
Más interesante -por algo es el protagonista- resulta la conflictividad de Jimmy/Saul. Durante la parte final de Breaking Bad en ocasiones nos encontrábamos con un Goodman atormentado en sus lealtades. No se puede decir que fuera solo un tipejo sin escrúpulos. Tenía su corazoncito. Y hasta su alma. Aquí, en Better Call Saul, durante estos diez capítulos hemos descubierto por qué.
En la peripecia argumental de Jimmy, de hecho, es donde la serie más se parece a Breaking Bad. Tanto Mr. White como Jimmy McGill son tipos a los que la decencia no les ha dado buen resultado en la vida; gente que siente que se merece más, que teme que la promesa del sueño americano ha sido injusta con ellos. En un caso, merced a un ego compulsivo y una inteligencia privilegiada; en el otro, por culpa de una situación familiar “complicada” y un pasado lleno de atajos.
En ambos, también, resulta clave la primera temporada para ubicarlos como víctimas, de modo que podamos empatizar (¿entender? ¿contextualizar?) con sus futuros descensos criminales. Son perdedores. Y la naturaleza humana nubla la razón cuando hablamos de víctimas, claro.
Sin embargo, por mucho que ambos sean relatos de transformación, la novedad de Better Call Saul radica en que durante toda esta temporada hemos visto a un personaje que ansía redimirse. Esa tensión era inexistente en Mr. White, básicamente porque siempre encontraba la excusa adecuada o el callejón sin salida que le obligaba a una huida hacia adelante. Con Saul es diferente: nos encontramos con una trucha que quiere remontar el río. Un tipo que viene de las alcantarillas del trapicheo y del timo pero quiere convertirse en alguien respetable, leal a su hermano enfermo, honesto ante la gran tentación de un porrón de dólares. Simplemente: hacer “lo correcto”, como reza ante el dinero de los Kettleman.
Pero no. Hay un pecado original. Un fatum. Un puto tren que ya ha empezado a echar humo hacia el abismo. Porque en tus galopadas con Marco, al menos eras alguien, Jimmy.
Aquí es donde la inversión dramática que hemos depositado en Chuck rinde sus dividendos. Honestamente es la parte del relato que más me costó encajar, narrativamente hablando. Es un personaje muy suculento y Michael McKean lo torea de forma excelente, con sus fobias, su aire grave y su paternalismo. Pero me perdía intentando entender la relación de Chuck con su antigua firma de abogados y los tejemanejes de Jimmy para pisarle la manguera a Howard Hamlin (¡buenísimo lo del pegacarteles!). Es más, ni siquiera tengo claro ahora en qué momento Chuck, el brillante y todopoderoso Chuck, desarrolló su (falsa) fobia a la electricidad. Ni por qué.
Lo relevante, en todo caso, es su traición fraterna. Una suerte de escupitajo para Jimmy, una forma de hacerle ver que él, el perdedor de Jimmy, el desastre de Jimmy, el “Miles Davis” del timo… jamás podrá dejar de “mofarse del carácter sagrado de la ley”. “Sé lo que fuiste, lo que eres”, le grita Chuck en “Pimento” (1.9.). Y prosigue su despelleje: “Slippin’ Jimmy con la carrera de Derecho es como un chimpancé con una ametralladora”. La revelación de que el verdadero freno para el ascenso de Jimmy ha sido su propio hermano (**), ese al que durante un año ha estado hasta trayéndole los hielos… resulta demoledora. E inesperada como un bofetón. Un timador timado, al fin y al cabo.
(**) Algo que, de rebote, nos hace releer toda la envenenada relación entre Jimmy y Howard. Al final es cierto que el personaje interpretado por Patrick Fabian le tiene cariño a Jimmy.
En ese plot-point moral es donde la clásica ambigüedad del universo Gilligan se hace carne y hueso, puesto que el espectador está atrapado en el equipo de Jimmy. Sentimos su rabia, ansiamos su revancha, anhelamos su éxito. Y, de manera inconsciente, aplaudimos mientras escuchamos cómo se pone en marcha el ventilador de diversión y mierda que nos espera: “Ya sé lo que me detenía. ¿Y sabes qué? No me volverá a detener nunca más”.
Si de Mr. White mutamos lentamente en Heisenberg, de Jimmy McGill iremos deslizándonos hacia Saul Goodman. La primera piel ha caído. Ya sabemos por qué.
A partir de ahora nos queda disfrutar el cómo.
Y reírnos con sus ocurrencias, sus excentricidades, su caradurismo, su verborrea implacable y atestada de cultura popular… Pero también nos queda sufrir -como hace el propio Saul, paranoico, oculto en el Cinnabon de Nebraska que abre la serie- con la melancolía de un hombre bueno que no pudo seguir siéndolo. Que cruzó la doble línea continua, esa que aseguraba “lo correcto”.
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–Belize, con “b” de Bingo. Jaja. Y ese extraordinario monólogo de un Jimmy derrotado, que tanto nos recuerda a los arrebatos de Walter White…
-Gran cantidad de matices los que despliega Bob Odenkirk. Está inmenso. Hay que estirar un pelín el pacto de lectura con algunas pelucas y flashbacks, pero aceptamos barco. Con Jonathan Banks es más fácil, puesto que parece que ya nació viejo; en todo caso, esa fragilidad de Five-O resulta tan inédita como impresionante.
-En general, la serie ha estado bastante contenida en referencias a su papá (¿o mamá?) narrativo. No era necesario, dada la centralidad de Mike y Saul en Breaking Bad. En todo caso, un asunto interesante sería comprobar si la serie, temporalmente hablando, va a coincidir con las andanzas de Mr. White y Jesse. De momento sabemos -por el primer cold open, véase el Youtube de ahí arriba- que Saul acaba arrastrando las consecuencias de todo el affaire Heisenberg, viviendo con miedo, sirviendo helados, siendo un don nadie. Molaría bastante que mitos como Gustavo Fring se dieran un garbeo por Better Call Saul. Aunque, de nuevo, habría que manejar con cuidado estos juegos paralelos, puesto que pueden explotarle a los creadores en las manos si se pasan de frenada y trastocan un relato tan redondo como lo fue Breaking Bad.
-Visualmente, más allá de ese tenebrismo que en ocasiones se me hacía molesto, se nota esa exuberancia fílmica que hacía de Breaking Bad una delicia para los sentidos. Desde la forma de filmar los temores lumínicos de Chuck hasta la secuencia muda en la que descubrimos que Jimmy no será fichado como abogado (“Rico“, 1.8.), pasando por el cold open de Mike en “Five-O”.
-Por el contrario, no le he pillado el punto a los fugaces títulos de crédito, tan retro hasta en su tipografía chillona y ochentera. Pero me da que en un segundo visionado serán pasto de interpretaciones semánticas, que estos tipos no dan puntada sin hilo.
-De hecho, para puntadas la imagen con la que concluye la primera temporada. “No cruces al otro lado”. Como explica VanDerWeerf en Vox, saltarte esa doble línea continua asegura accidentes y tragedias para ti y los tuyos. Porque sí: tenemos la certeza de que esta historia acabará mal.
José Moreno
¡Por fin! Esperaba impaciente tus impresiones sobre esta esperada precuela. La verdad es que me obligué a no esperar demasiado de ella y me ha parecido brillante. Va a ser muy interesante a partir de ahora, aunque confieso que echaré de menos a Jimmy (paradójicamente a pesar de que se supone que vemos esta serie para ver a Saul). ¿Para cuándo una entrada sobre Fargo? La revelación (para mi) de 2014. ¡Saludos Alberto!
Tato
Los títulos de crédito son innovadores: en cualquier serie cuando empiezas a ver el chapter (salvo la primera y segunda vez), los créditos son una molestia. Es genial que duren tan pocos segundos.
Me gusta la entrada. Me sorprende que no digas nada acerca de la libertad… Yo no veo el problema en LO correcto o incorrecto… ¿Eso quién lo dicta? Jimmy no parece un puritano atrapado ahí. Dice que es irlandés y se le ve en funeral con bandera papista en la puerta. Me parece magistral cómo se muestra que puede elegir su camino cada vez, a mi se me hace claro que todas sus elecciones son libres (a-k-o-honante Marco taladrándole la cabeza para la última venta del peluco Trolex).
Pero bueno, espero que nos veamos pronto y discutamos todo esto y más con unas birritas.
Rafa
Me ha gustado mucho la primera temporada. Molaria que en un futuro la serie se situase en el momento del flash forward del 1×01 y nos explicase que fue de Saul tras toda la debacle final de Breaking Bad.
herb_b
Me ha gustado mucho la temporada. Creo que el gran drama de Jimmy. es que realmente, es un buen tipo: en breaking bad, durante un tiempo, estuve esperando que ese abogado aparentemente inmoral, hiciera honor a su aparente falta de escrupulos, y vendiera a Walter a Gus al principio, o le hiciera algun tipo de jugarreta despues. Sorprendentemente, Saul, a pesar de todos sus tejemanejes y del mundo en el que habia decidido moverse, demostro tener un particular pero solido codigo etico, en el que la fidelidad a su cliente se mantuvo hasta el final. Creo que ese es el verdadero drama del personaje, que ese “Ya sé lo que me detenía. ¿Y sabes qué? No me volverá a detener nunca más”, realmente es mas una intencion amarga por el empujon que le da su hermano hacia abajo, que algo que realmente vaya a conseguir abrazar totalmente (como bien dices, ni al final de Breaking era alguien totalmente amoral), y que sin ese empujon, si su hermano hubiera decidido confiar, provablemente Jimmy no hubiera llegado a ser Saul, sino alguien muy diferente. Teniendo esto en cuenta, yo tampoco aseguraria que sepamos que esta es una historia que va a acabar mal, otro tipo de final ayudaria a romper paralelismos con breaking bad, y ademas, quizas Jimmy se merezca una posibilidad de redencion al final, mas halla de ese momento que nos enseñaron en el primer episodio, que demuestra que si bien esta historia es la del pasado de Saul, tampoco descartan hechar vistazos mas halla de breaking bad.
Chema
Otro que estaba deseando esta crítica. Dos apuntes breves:
– Soy el único que cree que, al final del último capítulo, Mike está escribiendo el nombre de Gus?
– El momento más divertido de la temporada, para un servidor, es cuando los abueletes quieren contratar a Jimmy con asuntos muy menores.
Alex Medina R
Enhorabuena, Alberto, por tu análisis. Como siempre, conjugas profundidad casi académica (o sin el casi) con la honestidad de señalar lo que te gusta y lo que no, piensen lo que piensen los fanáticos.
De acuerdo en todo lo que dices (a mí me daba una pereza tremenda la serie y el primer capítulo me descolocó bastante e incluso me decepcionó) y el Five-O va directo a las listas de los mejores capítulos del año (junto a alguno de Justified, ¿no?). La importancia de Mike, sin embargo, deja clara una cuestión que puede parecer contradictoria si aplaudimos (como hacemos) la serie: está claro que un spin-off centrado sólo en Saul no podía funcionar. Necesitaba a Mike para darle su verdadera medida (y, en mi opinión, los mejores momentos de la serie) y consistencia real (además de emparentarla mejor con su hermana mayor en cuanto al toque negro).
Según le leí a Alan Sepinwall aquí (http://www.hitfix.com/whats-alan-watching/better-call-saul-creators-on-the-purposely-sh-ty-opening-title-sequence), hay toda una razón para esos títulos de crédito patateros… aunque, al parecer, sólo los dos últimos mezclan lo que muestran con el significado del capitulo (ese retrete por el que se va la vida de Jimmy en el 9 y esa taza que dice que es el mejor abogado estallando en pedazos del 10).
En efecto, Gilligan y los suyos (Peter Gould, especialmente, como mano derecha) no dan puntada sin hilo…
Y ya sé que acaba de terminar (no he visto aún el capítulo, pero vaya temporada se han marcado), pero ¿cuándo esperamos tu repaso a Justified?
Mikel
Como siempre, Alberto, un enorme placer leerte. Gracias por la atribución, pero el conocimiento es libre de derechos. Copyleft!. Como ya he te he comentado por Twitter, es una expresión que copié de un libro (magnífico, por cierto) de Tavernier y Coursodon (50 años de cine americano).
En lo que se refiere a Better Call Saul, y a falta de revisionar esta primera temporada, la serie me parece una reflejo aberrante de Breaking Bad: a partir de la misma materia, construyen un universo paralelo lleno de \”irregularidades\” y \”arritmias\”. Si Breaking Bad funcionaba con un ritmo moroso pero siempre ascendente, BCS establece una cadencia extraña, de ida y vuelta -como una marea-, añadiendo y eliminando líneas narrativas un poco por \”capricho\”. Da la impresión que la serie es en sí misma un proceso de búsqueda de los creadores y al mismo tiempo de algunos personajes (Jimmy, Mike) lo que le da aires de obra \”enferma\” o \”fallida\” (subrayado: a la primera temporada) al mismo tiempo que hay chispazos de absoluta genialidad.
La propia naturaleza del personaje impide que se den los mismos mecanismos narrativos que en Breaking Bad lo que dificultad la adscripción de BCS al género del suspense.
1)Jimmy no parte de la inocencia de un Walter White, sino más bien del intento de redención -salvando las distancias- de Lambert/Heinsenberg del Finale de BB. Estamos ante un circulo de pecado-redención-imposibilidad-pecado. De nuevo la moral -como la marea- que va y viene.
2) Jimmy no es una bomba de relojería, mezcla de ego brutal e inteligencia sibilina, como Walter White sino que es un magnífico superviviente. Puede cagarla, pero no explotar. Queda en entredicho, entonces, la capacidad de la serie para ser tan vibrante como Breaking Bad.
3) Saul o Slipin Jimmy no son personajes, ni de lejos, tan carismáticos como Heisenberg.
…Y sin embargo (como dice la canción de Sabina) \”te quiero\”. ¿Cómo una serie con tantas dificultades puede ser tan buena?. Porque creo que estamos ante la primera serie autoconsciente de \”tener que ser otra cosa\”, de ser un reto en sí misma, y de alejarse al mismo tiempo que acercarse de su predecesora. Una serie que oculta varios borradores de series en sí misma: el sitcom que no fue, el drama judicial que nadie se esperaba, y la secuela que todo el mundo quería pero nadie pidió.
Lo poco que sabemos es que nadie sabe qué derroteros tomará BCS, lo que sí es seguro es disfrutaremos, como niños, viendo como sus creadores logran (o no) encontrar su camino al mismo tiempo que su personaje.
MALO
Pero en Better Call Saul hay algo que no encaja con Breaking Bad. Y es la nieta de Mike que aparentemente se mantiene en la misma edad a pesar de que entre las tramas de ambas series pasan 7 años. O sea que en BCSaul debería ser una bebé. No habría problema si después de esta primera temporada enseguida se pasa a la trepidante BBad. Pero no será así y se espera varias temporadas con Saul.
Yefferson
Contiene Spoilers…
Buenas noches, quiero que me aclaren esta duda, en el capitulo de la segunda temporada, el corredor de finanzas que sale en el capitulo, al que le timan con los tequilas de 50$, es el mismo al que Walter White le incendio en una estacion de gasolina???
albertonahum
Hola Yefferson,
Sí, jaja, sí, es él. El actor se llama Kyle Bornheimer. Para quien no lo recuerde, aparece aquí en Breaking Bad:
https://www.youtube.com/watch?v=6NlMwYTF5To
¡Qué buen ojo, macho!