Oh, Dios.
Contemplar las lágrimas desoladas de Brienne de Tarth, en batín, mientras el malote de Jaime cabalga hacia la muerte, ansiando redención por su propia maldad, ha sido como tocar fondo telenovelesco para Game of Thrones. Al Matarreyes le ha faltado canturrear aquello de “Yo no soy malo; es que me han dibujado así“. Y, ojo, nadie más a favor de la redención y el perdón en los relatos que quien esto escribe. Más allá de que suponga la piedra Rosetta que me permite entender el mundo, siempre me ha parecido uno de los asuntos más trascendentales y complejos que puede abordar el arte. Entonces, ¿qué tiene usted contra esas lágrimas? Pues que son aguachirle. Saben impostadas. Forzadas por el buenismo dramático que está infectando al relato, de forma más acusada, durante esta última temporada.
¿Cómo, si no, entender la apelación fraternal (y maternal) que Tyrion le casca a Cersei? Pensar que la prosa miss Universo va a achantar al único carácter realmente vil y maquinador que queda en la serie es, cuanto menos, de una ingenuidad desarmante. Sí, el siempre brillante Peter Dinklage consigue insuflar a su parlamento el carisma necesario, pero hasta al espectador más centrista (*) le chirría la “obstinación Chamberlain” del enano y su torpeza estratégica. ¿Cuánto hace que La Mano de la Reina no atina, dando un consejo certero y genial en condiciones? Produce una extraña melancolía contemplar cómo hasta el mayor gigante intelectual de Game of Thrones se acoge al discurso sentimental de Imagine y mecherito uh-uh-uh.
(*) El centrismo interpretativo se está poniendo imposible en esta última temporada de Game of Thrones. Como escribía por twitter el otro día, la verdadera batalla crítica en #GameofThrones no será por el trono de hierro, sino por el pacto de lectura. Me han gustado dos capítulos y me han dejado frío como un pingüino los otros dos. El problema que noto es la polarización creciente, que tiene todo el sentido del mundo: los fans están ganados para la causa y emocionalmente andan tan inmersos en la grandeza de la historia que perdonan todo, precisamente por su implicación afectiva; por otro lado, los críticos racionales apilan en cada episodio más razones para su ira creciente, denostando cualquier aspecto positivo si cambian de lente. Dos lúcidos enfrentados: Fantantonio contra Consulting Writer. Honestamente, no soy de los que suelen refugiarse en la equidistancia, pero con Juego de tronos está ocurriendo algo que no recordaba desde Lost (ahí me alisté con armas y bagajes en el ejército de los “racionales”, por cierto) y cuya refriega me está dejando extrañamente en medio, junto a prosas tan exquisitas como la de Rubén Vinagre. Me parece tan apabullante este abismo crítico que se está abriendo que le dedicaré un post para intentar aclararme sobre los límites del pacto de lectura.
(Ilustración de Javier Ezcurra)
Menos mal que Cersei (¡qué estupenda es siempre la mirada víbora de Lena Headey!) salva los muebles dramáticos y pelea por mantener cierta coherencia interna en el relato. No recuerdo qué demonios pintaba Missandei en un buque de guerra, pero su decapitación conforma un signo de esperanza. Aún queda partido. Y para que la victoria de los buenos resplandezca -un triunfo que, a estas alturas, parece fuera de toda duda-, los villanos han de mantener su hijoputez afilada y fresca. Ya que la serie ha abandonado el gris moral a marchas forzadas, al menos podremos consolarnos con que lo mejor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos.
Es la semilla que planta Varys, el último reducto reptiliano de Invernalia. “Sabéis dónde reside mi lealtad. Jamás traicionaré al Reino”, afirma el eunuco con una seria sorna gallega. La conversación con Tyrion -la segunda sobre el mismo tema: el matrimonio Jon-Dany como promesa de estabilidad social… o derrota definitiva- se salda con un Varys cuyas intenciones no sabemos si suben o bajan, pero que se expresan desde un peldaño llamado “traición”. El caos es una escalera, ¿recuerdan?
A Lord Varys se le podrían agregar la hierática Sansa y la mortífera Arya -cada una desde una esquina opuesta- como tímidos elementos desestabilizadores en Invernalia y alrededores. Poco más de interés anfibio queda ahí (a la espera de nuevas apariciones estelares de Bronn, el discípulo más aventajado de Arya en esto del sigilo). Tras la purga de la semana pasada, bellamente clausurada con aromas vikingos, los guionistas han seguido limpiando el terreno para achicar el espacio dramático. A Tormund le levantan la chica y se da cuenta de que su felicidad queda más al norte. Tal cual. Al menos ha contribuido a limpiar de caminantes blancos su zona… Por su parte, tras su vergonzosa petición de mano, el pardillo de Gendry obtiene su punto final “traicionando” los deseos de su padre y su “suegro”: “Tengo un hijo; vos tenéis una hija. Uniremos nuestras casas“. Jaja, cuántas comillas necesita esta serie siempre, en especial para hablar de filiaciones. De hecho, Daenerys pierde otro “vástago” (**), de modo que las fuerzas vayan igualándose para las bofetadas de la próxima semana, que espero con muchas más ganas que estas cogorzas palaciegas. Por suerte para nosotros, la pequeña de los Stark cabalga junto a la mejor compañía posible: la del atormentado Clegane, el secundario que más estoicamente ha aguantado la dulcificación de la trama.
(**) Sí, ya sé, con qué facilidad se cargan al dragón. Es una derivada del asterisco anterior. La actualización semanal del “qué lerdos son los dothrakis“. Pero, hombre, hasta los milicianos más puretas tendrán que admitir que muchas de las batallas han estado repletas de errores estratégicos, cagadas militares o excesos melodramáticos. Es una necesidad narrativa. Y, vaya, partiendo de que estamos ante una guerra protagonizada por zombis, dragones, brujas y bestiajos medievales, leñe, tampoco hay que pasarse de rigurosos aplicando el realismo militar… y olvidándonos de las licencias narrativas que toda obra de ficción comporta.
Como dice al amigo Javimgol, aunque suene paradójico por el título, ‘The Last of the Starks’ exhibe la debacle de Daenerys: empieza con la muerte de Jorah, concluye con la de Missandei y por el camino la Khaleesi pierde un “hijo”, un amante y un consejero. Catacrac. De ahí que, entre otras cosas, este episodio funcione bien como transición narrativa, aunque se tambalee como escenario dramático. Por eso esperamos con ansia el siguiente combate ya que, como ocurrió con “A Knight of the Seven Kingdoms” (8.2.), Game of Thrones ha remarcado esta temporada que le sienta mejor la batalla en panorámica que la confidencia en primer plano. Que baila mucho mejor al compás de la épica que de la lírica. Porque, como advertía Homero, el primero de nuestros cronistas heroicos, la épica es el pasaporte a la trascendencia: “Permítanme no morir sin gloria y sin lucha, pero permítanme primero hacer algo grande que se contará entre los hombres en el más allá”.
Ahí te esperamos, Arya, que el día de San Crispín se acerca y Tyrion, ay, ha olvidado a Shakespeare.
Jose Valdes
Poco que añadir, muy bien diseccionado el capítulo.
Los primeros 45 minutos son de tedio absoluto, suena todo a ya visto, a repetición.
A Tyrion mareando la perdiz y dando, por enésima vez, consejos torpes y equivocados.
Que bien empleado le está la hostia que le suelta Bronn, pena que no le pegara un ballestazo a uno de los dos hermanos Lannister, ya agotadísimos ambos.
Hasta que aparece la sombra de Cersei, que grandísimo personaje, que enorme actriz, y con ella, todo vuelve a vibrar.
Me ha encantado Varys, si no le he entendido mal, va a cargarse a Daenerys por el bien del reino, para plantar en el trono a Jon. Esperemos que Tyrion no le delate y lo consiga. Una utopía.
Jose Valdes
Por cierto, ¿no habéis notado una transformación paulatina de Daenerys en algo parecido a su padre el rey loco?
Al final si pierde todos sus dragones, que son como sus hijos, y la persona de la que está enamorada, Jon Snow, se ve obligada a enfrentarse a él por el trono, ¿no perderá definitivamente la cabeza?.
¿No es precisamente eso, lo que ha detectado Varys? el cual sirvió con el rey loco…
Flames
Coincido con JOSÉ VALDÉS en que poco se puede añadir al análisis. Y en que a Daenerys le van a matar al otro dragón y va a enloquecer.
Y suscribo lo de que la muerte del dragón de forma “sorpresiva” le da mayor fuerza dramática y nos hace ver que no todo va a ser tan fácil.
El problema de esta temporada es casi obligado. Parte del éxito de Juego de Tronos era el de muchos personajes separados y tratando de unirse o de llegar a algún destino. Era como un montón de Road Movies con la tensión narrativa que ello conlleva. Pero ahora –y precisamente porque estamos llegando al final– los personajes están juntos y poco les queda de viaje. Menos mal que Jaime ha roto ese equilibrio y puede servir ahora de desencadenante de futuras acciones finales.
Pero vamos, que lo normal es que nos muestren a una Cersei casi victoriosa y a la que se cargan en el último momento. Y en ese meollo final estarán el Perro, la Montaña, Jaime, Arya…. y por supuesto Cersei. Veía a el Perro luchando contra su hermano, pero no sé si nos añadirán a Gusano….
carlosrisu
Dejando aparte la cuestión de que internet provoca muertos (andantes, haters, o del tipo que sean) es maravillosa esta lectura por la cantidad de enlaces útiles que aporta. No hablo solo de Fantantonio, Consulting Writer, Javimgol o qué decir de Rubén Vinagre. Qué gustazo leer a la gente.
Me refiero más bien a ese extraño don de convertir con la mirada imposturas absurdas en obras de arte. A promover eso.
Es lo mejor de la serie
Alberto Nahum
Hombre, son textos buenos, Carlos. Y argumentados. Y, encima, variados, je: los tienes a favor, radicalmente en contra, y centristas. ¡¡No puedes quejarte de mi ecumenismo!!
carlosrisu
Yo te admiro King of dragons!….. en dos semanas veremos ?
carlosrisu
No me digas que no es maravilloso que la pava de Danaerys sea ls reina de los lagartos. A lo mejor se den cuenta ahora (de que eran lagartos) en fin no quiero seguir.
Muy buenos textos y gracias siempre
carlosrisu
PD: me aburre argumentar y espero con ansia que se acabe de una vez esa época que nos juntábamos pa ver series los lunes. Ya basta
carlosrisu
PD 2 (Los errores ortográficos siempre son culpa de Google. O de Apple sí tienes un iPhone) aclarar eso. Echadme series ahora
Jorge
Muy buen artículo, como siempre. El capítulo es aburrido, una buena telenovela porque el guionista no sabe por donde salir. Tenían que pasar tantas cosas… Nos hicimos tantas ilusiones, que el guionista nos las ha arrancado de cuajo. Todo lo que soñábamos con que tenía que pasar… “¿6 capitulos nada más? Se va a liar desde el principio, no les va a dar tiempo a cerrar todo” Eso hablaba con mis amigos “juego tronistas” antes del comienzo de la temporada. El primer capítulo, si, aceptable, nos dejaba con la mierda en la boca. El segundo, aburrido, Brienne se encargaba de aburrirnos. El tercer capítulo, increíble si intuía lo que ocurria (me gustó muchisimo aún asi). Este último cuarto capítulo, aburrido de nuevo, se vuelve a encargar Brienne de la “puta” tarth (como decía el perro cuando la conocio). Lloriqueos de brienne, Sam diciendo un sí con ilusión, cual película de antena 3, cuando Jon descubre que su chica está embarazada. Lamentable. Un dragón que sobrevive a millones de muertos vivientes y lanzas del Rey de la noche, y el malvado Euron (al que Cersei está utilizando como si fuera algo nuevo de la serie) les lanza flechitas y lo revienta. No, no mola. Me ha desmotivado. No hay sorpresas, salvo Arya saltando encima del Rey de la noche. En este sentido, me esperaba una explicación de cómo lo hizo, algo mínimo que se comentara. Missandei, la única capturada no se sabe cómo por Euron. Cersei no disparando flechas contra su hermano enano, debería haber muerto ahí si el guionista no estuviera siendo tan conservador. Menos mal que Sansa, Arya y Varys traman algo contra Danerys, si por Jon fuera, la serie terminaría aburridísima: “fueron felices y comieron perdices”. Estoy muy decepcionado, la serie termina, los capítulos se acaban, y a muchos ya se nos acaba el discurso de “espera, que queda mucho aún que pasar”. Ya no me creo nada, espero que esta decepción me sirva al menos para que me gusten mucho los dos siguientes capítulos.
Jose Valdes
Comparto contigo cierta decepción que creo estamos teniendo todos. La narración se ha vuelto muy precipitada, hay cosas que no tienen fácil explicación.
Sin embargo, sigo viendo la serie con emoción casi en cada plano, es imperfecta, cada vez más, pero me aterra lo que nos espera cuando acabe. La época dorada ya no volverá y lo que nos queda es el infumable catálogo de Netflix y series de HBO a años luz de sus grandes años.
De nivel obra maestra, ya sólo me aguanta esa maravilla llamada Gomorra.
Por eso, creo deberíamos valorar lo que aún ofrece JDT a nivel de producción, de calidad de sus actores, de batallas, fotografía, escenarios etc…
Se termina una época, tristemente.
Flames
Pues he visto THE DEUCE 2, y aunque no creí que pudiera ser posible…. me ha regalado grandes momentos.
Y OFICINA DE INFILTRADOS me ha parecido algo especial….. y VEEP… una delicia.
Veamos lo que nos depara esta nueva época.
Jose Valdes
Sí, si hay cosas muy buenas, pero por cuentagotas…y obras maestras, diría que no.
Me gusta The Deuce, se nota la huella de David Simon. Pero viene de The Wire y no es ni la sombra. Sobran clichés y falta mala baba, si te metes en el mundo de los pimps de los 70 y del porno de la época, todo debe ser mucho más crudo y sórdido. Aún así, una serie notable.
Oficina de infiltrados es muy buena, tiene ritmo, es interesante, te sorprende.
Better Call Saul en sus dos últimas temporadas. The Good Fight….
Pero JDT, para mí está a otro nivel.