¿Que para qué sirve la crítica? La respuesta rápida y descreída: para nada.
Esta tajante primera contestación suele partir del tópico, no desencaminado, que reza que todo crítico es un cineasta, escritor o guionista frustrado. Salieris sin sal. A falta de talento creativo, el crítico trabaja con los mimbres de otros para mantenerse dentro del perímetro artístico que tanto anhela. Ante la incapacidad para levantar algo desde la nada, ha de contentarse con aplicar el cincel para apuntalar la perfección en otros.
La respuesta comercial: para ahorrar tiempo al consumidor. En el mundo de la televisión, como en tantos otros ámbitos, la hemorragia de títulos es imposible de contener. Se declaran series del año cada semana y hormiguean las novedades en forma de acontecimiento siempre imperdible. Imposible verlo todo, por lo que hay que fiarse de alguien más allá del marketing, el tráiler o la autoría. El crítico de confianza sería, pues, una garantía contra el estrés. El crítico como mediador: un guardián que, desde la aduana, marca el sello de aprobación y te filtra las series que más se adecuan a tus gustos e inquietudes.
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