La segunda temporada de The Boys, una de las series estrella de Amazon Prime, sufrió un tropezón notable. La frescura y sorpresa de su primer año han adoptado ahora un punto de exceso autoindulgente. Ha seguido siendo un relato interesante, visualmente atrevido, doloroso en su representación de la violencia. Pero la sensación que ha dejado ha sido la de domesticarse. Cojamos una muestra: Stormfront (muy bien Aya Cash), por ejemplo, parecía inicialmente un soplo de aire fresco con su vacile, para acabar convertida en un cliché nazi que hemos visto decenas de veces. Es como si la serie temiera ser malinterpretada y hubiera optado por el énfasis.
Porque ya sabemos que se trata de una crítica brutal, en todos las acepciones del término. Por la serie pasean asuntos como la corrupción, la cultura de la celebridad, los mecanismos del poder, la hipocresía y hasta el feminismo y sus representaciones. ¡No por casualidad hay toda una subtrama metatextual con los “héroes” rodando una película sobre sus vidas! Ahí, ahí es donde la serie ha encallado: en la redundancia dramática… e ideológica.
Y lo malo es que eso ha hecho que los ocho episodios de la segunda temporada se hayan hecho largos, algo impensable en la primera entrega. Como si pasados los tres primeros episodios la serie no tuviera nada más de verdadera sustancia que añadir a la lectura de fondo que pretende. Así que a caracolear se ha dicho. Con escenas impactantes, agónicas y espectaculares, sin duda, pero también con un aroma a repetición cascada, a indigestión. Eso sí: Eric Kripke tiene galones como para que esperemos la tercera entrega con ganas.
Mientras, aprovecho para subir este vídeo de mi intervención en el congreso “TV Supervillains. Ecosistemas del cómic en la televisión: el impacto cognitivo de los supervillanos”, organizado por la Universidad de Sevilla entre el 12 y el 14 de febrero de 2020. Por problemas de la pandemia, no he podido hacerme con la grabación hasta hace poco. En mi ponencia analizo la primera temporada de The Boys, la única que se había emitido hasta entonces, desde un punto de vista cultural y sociológico dentro del actual contexto de auge de las narrativas de superhéroes.
Flames
Jo, totalmente de acuerdo. El inicio de la temporada se regodea en todo lo que pasó en la primera temporada, mirando sobre el pasado, autocelebrando lo bien que resultó la temporada. Pero se olvidan que parte del éxito de la primera temporada estaba en los giros de argumento, en la sorpresa continua de presentarnos algo novedoso y que no sabíamos por dónde iba a salir…… y eso ya no sucede en esta segunda temporada, donde todo transcurre por un carril ya trazado.
De hecho todo el lío de si sacan a la luz pública el tema del “compuesto” nos da igual y sabemos que no sucederá nada después de darlo a conocer a los medios de comunicación y a la sociedad.