«Hice lo que hace un niño
cuando se le da algo para que lo guarde.
Besé a mi padre»
Este hermoso, por sencillo, poema de Li-Young Lee sobre la paternidad me recordó al Jack Pearson de This Is Us, con su mezcla de severidad y bonhomía. El estupendo personaje que interpreta Milo Ventimiglia aporta a la química familiar de los trillizos una seguridad que complementa el cariño maternal. Quizá fue una de las sorpresas que me agarró al drama de la NBC en su momento: su empuje contra-intuitivo. Nada de padres traficantes ni hijos con poderes para incendiar un drama. ¡Quiá! La vitamina dramática nacía del día a día —tan aburrido, tan excitante— de una familia con sus coladas, sus krispies y sus vacaciones apelotonados. Ese diálogo entre el orden y el caos que toda familia negocia desde que el mundo es mundo. Porque ser padre es aceptar las limitaciones:
«Los niños van a estar bien. Nosotros les hemos mostrado un matrimonio saludable. Esto solo va a ser un pequeño parpadeo en su radar dentro de unos años. Somos sus padres, Bec, pero al fin y al cabo, lo que les ocurra, en lo que se conviertan… eso es algo que nos supera». (1.18.)
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