Está siendo un año decepcionante tanto para la fantasía épica como para las expectativas. Al desastre que ha acabado siendo Los anillos del poder hay que añadir la falta de lustre de La casa del dragón, con su primera temporada recién concluida en HBO. Puede que el problema sea también de expectativas: en el continuo marcaje que se han hecho la una a la otra era habitual topar con la hipérbole. Que si tantos dineros en la producción, que si efectos especiales de aúpa, que si diálogo intrincado con sus universos madre… Sin embargo, tanto marketing y ruido no han podido esconder las carencias dramáticas. Parafraseando aquel cliché electoral por enésima vez: ¡son los personajes, estúpido! Porque puede que La casa del dragón haya mantenido una cota superior a la apuesta tolkiniana de Amazon, pero su calidad narrativa y dramática nada aún muchísimas brazas por detrás de las mejores temporadas de Juego de tronos.
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