En una escena del episodio que abre esta cuarta temporada, el patriarca Logan Roy comenta con su yerno Tom Wangsbans las últimas maniobras del mercado y sentencia con desdén: «Salvajes. Se comen a los suyos». Esta frase marmolada, declamada con la inimitable gravitas que imprime Brian Cox, podría servir como síntesis de Succession. Estamos ante un drama familiar exuberante, que lleva tres estupendos años declinando palabras antiguas –shakespearianas, según el cliché crítico– como traición, pertenencia, ambición o perfidia. Devoran a los suyos porque ni siquiera tienen claro quiénes son unos y otros: hay demasiado dinero, orgullo y complejos de infancia en juego como para dirimir con claridad el alcance y compromiso de los lazos de sangre.
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Ricardo
No solo será imprevisible y muy divertido, sino también, como dice el slogan de la temporada, un final amargo.
Gracias por tan certero artículo!
Flames
Muy buen artículo. A mí la serie me parece que empieza a parecerse a unos pollos sin cabeza que van de un lado para otro intentando meterse puñaladas. Se salva porque la música de fondo le proporciona una “épica” y glamour que mejora la serie….. la hace mucho mejor de lo que aparenta.
Esta última temporada tienen la oportunidad de rematar la serie de una forma digna…. a ver lo que hacen….
Alberto Nahum
A ver, Flames, si te ha gustado el último episodio. Ha sido una temporada desquiciada (creo, como digo en la crítica, que en el buen sentido de la palabra), pero el final me parece que ha logrado coser todo. La música, la música.