Hay reseñas que vienen con banda sonora. Ésta debe llevar la de las lluvias de Castamere.
La primera temporada de Juego de tronos (Canal Plus) fue excelente, pero tuvo que pagar el precio de colocar los cimientos de un relato tan ingente y exigente, de modo que uno no sentía hervir la trama hasta el séptimo capítulo. El segundo año mantenía tanto un nivel de producción fuera de lo común como la fascinación épica de la historia, pero raspaba el notable en cuanto a vigor narrativo, atenazada por un carrusel de escenarios y líneas argumentales que hacían la guerra por libre.
(A partir de aquí, detalles de la trama de esta tercera temporada)
Este año, sin embargo, se han disciplinado las tramas y Juego de tronos ha sorteado su mayor dificultad: la dispersión del relato(*). Para conseguirlo, Benioff y Weiss han optado por la calidad en lugar de la cantidad. Menos localizaciones por capítulo y más tiempo para desarrollar las escenas, abortando así esa sensación de ansiedad y correteo que sobrevoló todo el curso pasado. Esta acertada maniobra ha permitido ahondar en tiempos muertos, dejar respirar las conversaciones, afilar aristas en los grandes conflictos de fondo y, cómo no, colorear de gris a personajes muy escorados al blanco-negro (Bran, Ygritte, Brienne, Jon Snow, incluso a ratos un “enamorado” Joffrey, urg).
(*) El agujero negro ha sido la pesadez del torturado Theon Greyjoy. El propio personaje de Theon es, en sí mismo, bastante coñazo. Pero, además, todo en esta subtrama ha resultado gratuito: desde la misteriosa identidad y motivaciones del sádico (al final, no había gran justificación narrativa para esconder el nombre de Ramsay Snow) hasta las desagradables escenas de martirio. El colmo ya fue lo de la salchicha. ¡¡Madre mía, qué mostaza más barata!!
Sin duda, el caso más notable en esto de catapultar la ambigüedad ha sido Jamie Lannister, el rol que más ha evolucionado durante esta temporada, culminando el viaje exterior (en paralelo con el interior) que comenzó hace un año. A base de palique, humillaciones y miembros amputados, los guionistas han conseguido voltear la relación que el espectador mantenía con el Matarreyes, alcanzando una compasión que lo humaniza. Insólita empatía para un joputa que, no lo olvidemos, clavaba sus primeras garras en el relato merodeando conceptos tan repulsivos como “incesto” e “infanticidio con risitas”. Aquella larga confesión -tan redentora- con Brienne, durante el baño, queda entre lo mejorcito del 2013; constituye un ejemplo depurado de cómo sembrar con mimo y ritmo lento una situación dramática que recoge sus frutos emocionales sin necesidad de pirotecnia ni choque de espadas.
Así mismo, el cruce de varias de esas líneas argumentales ha resultado fluído, añadiendo así un plus de sentido a los viajes (internos y externos) de los personajes, que dejan, por fin, la sensación de andar trajinando un único tablero compacto, en lugar de saltar de una partida a otra como hace un año. En los dos últimos capítulos, todas las tramas han convergido de forma natural, sin aspavientos ni trucos de manos. La gran excepción sería la historia de Daenerys en Astapor y Yunkai: es la única trama que se mantiene impermeable a lo largo de toda esta tanda. Sin embargo, a diferencia del año pasado, la mamá de los dragones ha tenido una peripecia mucho más atractiva y su personaje ha dejado atrás esa sensación de inmadurez que tantó le lastró. La ambición política ha hecho de esta Juana de Arco valyria un carácter rocoso, capaz de levantar lealtades inquebrantables sin renunciar a su embrujo femenino.
(Jon Snow e Ygritte: la línea argumental que más ha mejorado con respecto al año pasado)
Pero, y aquí yace el gran acierto de este año, el cambio no ha operado solo en la estructura narrativa; también en la cohesión temática. Las diversas líneas argumentales que convivían en cada capítulo solían compartir temas de fondo, de modo que, por ejemplo, el salto de las maquinaciones entre Olenna y Tywin (cómo ascender en sus dominios) se enlaza visualmente con los salvajes escalando el muro (3.6. “The Climb“). Un capítulo antes, todas las tramas reflexionan en torno a la dicotomía lealtad/egoísmo, junto con los sacrificos que impone cada una de esas opciones (3.5. “The Bear and the Maiden Fair“). O, por citar un último ejemplo, el elegante cierre de temporada (3.10. “Mhysa“) nos exhibe a todos los personajes obsesionados con la familia, el hogar y el nombre (**), además de escenas que cosen poderosamente sucesos lejanos, como la visión del salón ensangrentado de Walder Frey justo después de que Bran explique el pecado divino del “Rat Cook”.
(**) “¡Es tu hijo! ¡Es mi hermano! ¡Es un Greyjoy!”, proclama, por ejemplo, Yara antes de ir en busca de Theon para traerle de vuelta a casa. Lord Varys intenta ahuyentar a Shae echándole en cara su falta de linaje: “Tienes un nombre. Como yo. Pero aquí solo importa el nombre de la familia”. Tras un memorable speech sobre la familia, Tywin esconde su compasión con el bebé Tyrion bajo la coartada del apellido Lannister. Descubrimos la identidad del tarado salchichero. Jon Snow necesita volver a casa. Y el episodio clausura con el pueblo entronando a Mhysa. La Familia. El Hogar. El Nombre.
Esto reafirma lo ya sabido: que Juego de tronos es un relato político, solo que en lugar de reflejar los tejemanejes del poder desde el idealismo (como haría un Sorkin), se cobija en una sangrienta Tierra Media para ahormar las intrigas desde un perfumado nihilismo. Este cierre del sexto capítulo compendia el particular Leviatán de la serie:
Baelish: ¿El reino? ¿Sabéis lo que es el reino? Son el millar de espadas de los enemigos de Aegon. Una historia que decidimos contarnos una y otra vez hasta que olvidemos que es una mentira.
Varys: Pero, ¿qué nos queda cuando abandonamos la mentira? Caos. Un pozo que crece, a la espera de tragarnos a todos.
Baelish: El caos no es un pozo. El caos es una escalera. Muchos que tratan de subir por ella caen y nunca consiguen volver a intentarlo. La caída acaba con ellos. Y a algunos se les da la oportunidad de subir pero se niegan. Se aferran al reino o a los dioses o al amor (3.6. “The Climb”).
Solo hay que oler el reguero de sangre y cenizas que cada temporada deja a su paso, abofeteando al espectador en sus expectativas, eliminando de cuajo cualquier intento por encariñarse con héroe alguno. Los sucesos de la “Boda roja” -un capítulo sensacional, con la secuencia de cierre más efectiva del año televisivo- recuerdan que Juego de tronos es el mayor exponente de lo que bautizamos como “efecto Reichenbach“. De rebote, como bromean en el NYTimes, este desenlace responde a una machacona pregunta: “¿por qué era Robb Stark tan aburrido?”. Críticos malvados.
Ya es tradición (ya lo era en The Wire e, incluso, Los Soprano) que el sorpasso de la temporada llegue en el penúltimo capítulo, de modo que la season finale quede para empaquetar el regalo y prologar la siguiente fiesta. Ocurrió con la cabezada de “Baelor” (1.9.) y la naumaquia de “Blackwater” (2.9.). Sin embargo, la terrible sensación -de dolor casi físico- que deja “The Rains of Castamere” (3.9.) supera cualquier cosa que haya hecho antes la serie (***). Todo el capítulo apesta a tragedia con esa atmósfera enfermiza del castillo, las traiciones recientes entre las dos familias y los comentarios sexoirónicos del viscoso Walder Frey. Si a eso le añadimos la imposible cercanía de la pobre Arya -la readaptación más cruel de Atrapado en el tiempo, como dicen en Vulture-, el espectral inicio de la melodía, ese portón que se cierra y las miradas sospechosas de Lady Catelyn, ¡voilá!, tenemos el escenario perfecto para uno de los momentos más inolvidables de la ficción televisiva reciente.
(***) La desgarradora impresión que nos produjo la escabechina de los Stark (mi mujer pegó un grito de horror que jamás le había escuchado) se acrecentó por la ignorancia de la trama. Este año no me dio tiempo a leer el tomo correspondiente antes de marzo. Bendito desconocimiento. Aún así, intuyo que los lectores del libro estarán muy satisfechos con la puesta en escena del capítulo, magistral en su orfebrería gore.
No ha sido la única secuencia para el recuerdo. Visualmente la serie carece de rival en cuanto a espectacularidad se refiere (hay enlaces a los vídeos): los dragones achicharrando Astapor de ira y venganza, la escalada de los salvajes en el muro (culminando con ese plano aéreo de Jon e Ygritte besándose en la cima), el duelo flameante entre Beric Dondarrion y Sandor Clegane, la agónica pelea de Brienne con el Oso de la fosa, el vidrioso enfrentamiento de Sam con el caminante blanco, las encarnizadas coreografías de Jorah, Daario y Grey Worm en Yunkai…
Sin embargo, tanta brillantez estética perdería efecto si la historia no fondeara en los personajes y en unos conflictos tan maquiavélicos como desesperanzadores. Son peña apaleada, no solo de forma metafórica. La nómina de tullidos se amplía a velocidad de vértigo (los últimos: Jamie y Theon, a la espera de conocer las secuelas en Jon Snow). Pero, aún así, la serie sabe contrarrestar tanta crueldad con atisbos de heroísmo callado y de humanidad recobrada. Esos ligeros momentos donde la estrategia deja paso a la compasión y el deber familiar se sustituye por esa rara avis en Poniente llamada “afecto”. Ya hemos citado al bueno de Jamie. En el último capítulo también bajan sus defensas una maternal Cersei o, a su manera, un orgulloso Tywin (las mejores conversaciones entre los Lannister, como ésta, tienen lugar en “Mhysa”). Pero hay muchos más: toda la subtrama del matrimonio forzoso entre Tyrion y Sansa parte de una decidida postura moral del “gnomo”. Así mismo, la relación entre el Perro y Arya parece la de John Connor con Terminator, educándole en el buen uso de la violencia. Incluso en esta línea la serie logra una conjunción insólita: que una declaración de amor se disfrace de intento de asesinato. Ocurre con las flechas de amor que Ygritte lanza a Jon Snow; otro ejemplo de cómo tras haber sembrado adecuadamente, basta una breve escena para recoger los frutos con un impacto emocional sobresaliente. Glups:
Con esta sensacional temporada, Juego de tronos ha logrado algo bastante complicado: remontar las expectativas y reubicarse como la gran serie del momento. Quizá no es la mejor, pero ninguna otra conjuga con tanta contundencia la noción de acontecimiento televisivo: para crítica especializada, público generalista y fandom winterhooligan. Juego de tronos es sólida. No vende humo. Tampoco le tiembla la mano para liquidar peones. Porque sabe que la sangre de los héroes tiene un precio alto. Demasiado alto.
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Algunas reflexiones sueltas:
-Muy fan de esa mezcla de hippismo ácrata y religiosidad new age que se gastan los Thoros, Beric y demás camaradas de la Hermandad sin Estandarte. No entiendo un carajo de su labor, pero son los clásicos que animan cualquier fiesta. Y, qué demonios, parecen de los buenos.
-Ha sido significativa la reducción de sexposition en estos diez capítulos. También la violencia ha estado más contenida, consiguiendo así un mayor impacto en escenas como las que clausuran la Boda Roja; el no abusar de un recurso multiplica su eficacia. Me temo que no es casualidad que el relato esté mejor trabado justo en la temporada en la que los creadores renuncian a la vía fácil del sensacionalismo de teta y víscera. Y, ejem, tampoco es chiripa que la trama que más ha desentonado, la de Theon… haya necesitado recurrir a la doctrina del shock. Lo dicho en aquel “Tetas, espadas y la superioridad moral del chorizo“: la elipsis, además de elegante, espolea la creatividad.
–Politics of Marriage. Ojo, los hay peores.
-Decir que Joffrey es un psicópata es descubrir el Mediterráneo. Megaultravillano, vale. Pero, ¿no le vendría bien algún matiz para no acabar cayendo en la parodia? Parece que solo adquiere algo de complejidad, aunque sea por derribo, cuando interacciona con su abuelo (je, cómo le baja los humos) o con la pérfida Margaerys (¡qué gran secundario!). No termino de ver justificada la fijación que tiene por humillar a Sansa a estas alturas del partido…
-Con todo el aura que proyectaba la sombra de Mance Rayder, reconozco que no me ha terminado de cautivar su personaje. Todo lo relativo a los salvajes que habitan más allá del muro me ha resultado de lo más deslumbrante de esta temporada (¿recuerdan el gigantón ese que aparece en uno de los primeros capítulos?); sin embargo, al personaje que interpreta Ciarán Hinds le falta nitroglicerina, anda algo sosete para aguantar su leyenda.
-La historia que más me intriga de cara al futuro es la de Sam, Gilly y el bebé. Es evidente que si han mantenido con vida a este cebo andante en el mar de pirañas que es Poniente y alrededores… es porque esa “familia” está llamada a hacer algo grande en la historia. Viendo cómo van cayendo legionarios, no hay duda de que la serie va a necesitar savia nueva para renovar el elenco.
-Esto de los caminantes blancos es una amenaza que nunca se cumple. No olvidemos cómo terminó la temporada pasada… La última en avisar ha sido Melisandre: “Esta guerra de los cinco reyes no significa nada. La verdadera guerra está en el Norte, mi Rey. La muerte desfila sobre El Muro”. Cuidado con sobetear mucho el cuento de Pedro y el Lobo, que luego ya sabemos lo que pasa.
–Arya ha iniciado su viaje al lado oscuro. Además, tiene un maestro inmejorable. ¡¡Que se vayan preparando!! “Algún día os clavaré la espada en un ojo hasta que os salga por la nuca”. Sería una pena: en el fondo, se aprecian. Y Clegane, con esa tristeza que desvelan sus ojos, ha demostrado que respeta unos códigos. Esta estampa de su melancolía:
Antonio Rodilla
Ha sido terminar el capítulo y, a los tres minutos, me aparece tu artículo en el RSS. Así me gusta.
Enhorabuena y, además, no puedo estar más de acuerdo. Ya discutí con una amiga, mediada la temporada, el crecimiento de algunos personajes. No estábamos de acuerdo con Daenerys, quien para mí ha crecido notablemente. Se ha hecho con un ejército a través de la persuasión y la diplomacia, castigando al tirano, pero sin medirse en el campo de batalla. Habla de libertad, incluso de libertad individual. Determinante cuando lo requiere, maneja el tempo de las negociaciones mejor que sus oponentes y por eso les saca cuerpos de ventaja. Veremos qué ocurre cuando por fin llegue a esa tierra medieval donde los valores en los que ella sustenta las alianzas con los suyos son percibidos como debilidades.
No sé si habrás visto este vídeo de reacciones al final del capítulo nueve colgado en Youtube. Me lo has recordado con el salto de tu mujer http://bit.ly/13yEofv.
Sin duda, como dices, el ritmo narrativo de esta temporada ha sido mucho mejor que el de la segunda, donde yo, que no he leído ningún libro, me perdía con tanto salto.
Liz
Estoy totalmente deacuerdo con todo. Como dices, varios personajes han ganado y otros han perdido un poco, como Joffrey y Theon. Creo que los dos están mas bien estereotipados y la trama de theon ya estaba bien cansina. A pesar de que ramsay es malo de cojones e inspira mucho respeto, dar siempre el mismo sentido a la trama de theon se me hizo pesada.
Yo no se, pero veo en Ser Davos un doble de Ned, Esperemos no termine igual :/
MissMacGuffin
Todo lo que ocurre más allá del Muro (caminantes blancos, el Invierno, Bran, Jon, etc.) tiene un pequeño problema, y es que es una trama que está desarrollándose con la vista puesta en el final de la serie. Tanto esa como la de Daenerys son historias a largo plazo, de las que no veremos resolución real (y a veces hasta sentido) hasta el final. Hay que tener paciencia y no querer adelantarse a los acontecimientos. Date cuenta que llevan tres temporadas avisando de que llega el Invierno… 🙂
Seriálicos Anónimos
Sabiendo de tu inminente reseña, estaba con muchas ganas de leerte desde que terminé ayer el último capítulo de la temporada. Coincido con toda tu crítica.
Soy incapaz de recordar tanto nombre y escena memorable como las que citas. De hecho, mi aprecio final pro Jamie Lannister no tenía pegas hasta que al leerte he recordado que tiró a Bran por la ventana, ¡pedazo ca…! Aunque esto me intriga a aún más: ha cambiado tanto, tanto, que a ver cómo encaja ahora con su verdadera familia…
Lo que me gusta y enrabieta a la par de esta serie es que se carga a los que te gustan (¡y, además, por sorpresa!) y alarga la historia de los que matarías tú mismo: ¡En serio, ¿qué mierdas pinta Theon? Por favor, ¡matadlo ya!
Sobre de “The Rains of Castamere” (3.9.), ¡qué decir! Menudo grito, pero no uno, sino uno tras otro al ritmo de las puñaladas que acaban con la vida del más indefenso…¡horror solo con recordarlo! Y el dolor de una madre ante tal escenario…¡desgarrador!
Es verdad que hay escenas increíbles, bellas y grandiosas, pero a mí se me graban las impactantes, lamentablemente las más bestias…supongo que como a la mayoría de los mortales, cosas que tiene la violencia. Por eso, en esta temporada, sobre todo, me vienen a la cabeza dos secuencias-escenas: la de la \”Boda Roja\” y la de la prostituta en la habitación del asqueroso Joffrey (que, ¡por favor!, se lo carguen ya también) colgada y acribillada a flechas cual ciervo de caza…¡menudo ca…!
Mi única pega hacia tu crítica es la cuestión de Ramsay Snow. Sí que veo justificación narrativa en “esconder” el nombre hasta el final, porque si nos lo hubieran dicho antes tendrían que haber empezado a desarrollar esa trama y creo que en esta temporada no pega…a ver qué pasa en la siguiente, pero, vamos, de repente que aparezca otro Snow por ahí, no sé yo…
Otra cosa que me ha resultado repetitiva es el cierre de temporada, ¿por qué siempre acaban con mamá dragón y sus –ya no tan- pequeñuelos?, ¿por espectacularidad visual? Hombre, bien, pero ¿no tienen más herramientas? Yo creo que sí.
Por lo demás, me ha gustado esta temporada, es más consistente y como bien has remarcado, te engancha no por su atractivo sexual y violento (no nos engañemos, eso atrapó a muchos en la primera, habría que ver cuándo se han rajado…), sino por sus historias… Aunque, reconozco, yo eliminaría más violencia y mal gusto y me centrearía en las historias, amo la sutileza y libertad de imaginación, ¡¿por qué tiene que ser todo tan explícito?!
Gracias por tu crítica Nahum 🙂
Letra_Amarilla
Esta temporada ha sido tan superior a la segunda que nos ha hecho a todos olvidarnos de lo floja que fue. Incluso Nahum en esta crítica da un notable a la segunda temporada, una nota muy superior a la que se deduce que le puso en su día tras la lectura de la entrada que le dedicó a esta.
Mi mayor temor cuando vi el 3.01, un episodio bien ejecutado, fue que hubiera demasiadas tramas y que nos hicieran tragar agua en un mar de escenas simplonas con frases necias que solo buscaran epatar sin verdadero calado. Vamos, que me temía que me iba a servir como segundo plato un refrito del del año pasado. Pero no. Han sabido colorear a mano los personajes, crear escenas de impacto y no abusar de la Pepsi con Mentos. Genial temporada, gran entretenimiento.
carlos risu
Muy buenas. Llevaba tiempo sin comentar en el blog porque ¡no hace falta comentar en el blog! pues no tengo ningún reino que \”conquistar\” aquí. (Nótese que ese \”conquistar\” debiera ir en cursiva, no entre comillas, signos evidentes de que, a pesar de que creemos que hay democracia, no la hay. Sigo: desde Poniente hasta Europa (O sea, America) no hemos avanzado mucho.
Total: No soy de la casa García Nahum (o Nahum a secas, que queda más Tronero). Yo soy un sin apellido. Así de entrada lo digo. Y sin dragones.
¡Nadie me llama Don Risu por la calle!
Veamos: A la hora de enfrentarse al desparrame de GRRM (signo Virgo, cual servidor: ESQUEMA: Imaginar la vida, inventar personajes, imaginar más, desarrollar personajes hasta que te aburres, imaginar más, matar personajes que te aburren, sufrir porque en el fondo los amabas, sufrir porque has de imaginarte personajes igual o mejores que los que mataste, no ser capaz de acabar nunca…). O a) eres un brillante guionista de HBO (sueldazo) capaz de podar tochazos y dar sentido a la vez (que no todos somos capaces de semejante tarea), o b) tomas partido por los personajes que te \”interesan\”, en los que te proyectas con más calma, a través de los cuales te ves capaz de mirar el todo sin abrumarte.
Y en esto surgen mis dudas, digamos, virguianas…. (en el alma, Dios me libre que sean en la mente, que pocas mentes más cristalinas y edificantes que DON ALBERTO, CASA GARCIA NAHUM encontré por los blogs)…. digo, mis dudas… a la hora de comulgar con esas edificantes moralejas que el autor del artículo nos regala. ¡Ah, la familia! ¡la madre de los dragones! ¡LA MADRE!
Pues no señor, no soy un sociata ni un farsieo, ni siquiera un comerranas. Soy peor que eso. Soy un Don Nadie.
Soy la puta de la corte que se enamora de un enano valeroso. Soy el perro bueno que protege a la niña. Soy el meñique que se infla a ver porno por las noches. Soy la zorra (española, por cierto) que salva la vida del Starkito. Soy el colonialista viejo que encuentra respeto en el ESSOS poblado de (¿Africa?, ¿Sudamérica? ¿Asia? ¿Oceanía?) Soy el chaval del barrio que se corre en cinco minutos con la Diosa del Fuego, y a los cinco segundos se me empina. Soy bla bla bla y me he plantado en los setenta y no acabo los libros.
No hay manera.
Mi premio es que todos queréis ser como yo. Y yo no he sido nada.
ramis
Yo creo que la principal razón de esconder la indentidad de ramsay es que, de soltarlo de buenas a primeras, uno podria muy bien preguntarse cúal es el juego de Bolton al recordar lo que pasó con invernalia y su misterioso incendio cuando los hombres de hierro se habían decidido a entregar a theon.
AlbertoNahum
ANTONIO: ¡Si es que escribo para ti, jeje! Daenerys ha mejorado mucho, el año pasado era insoportable. Lo que no tengo tan claro es cómo se le dará la batalla cuando llegue al sitio donde realmente se dan las bofetadas y está visto que el rollo mimosín te lleva directo al hoyo. Aunque, claro, con el apoyo de sus dragoncitos… Eso sí, la escena final de ella envuelta en la multitud no me ha gustado mucho. Me parece que tenía poca fuerza para cerrar.
LIZ: A mí es que Theon nunca me ha cautivado nada, francamente. Probablemente por la interpretación de Alfie Allen, tan previsible. Es verdad con lo de Ser Davos: los personajes bondadosos tienen los días contados en Poniente, je.
MISSMCGUFFIN: Pues tienes toda la razón, Marina. La verdad es que es de lo que me sorprendió al inicio de esta temporada: que apenas se supo más de esa gigantesca amenaza al otro lado del Muro. Pero, sí, lo más probable es que ahí esté el clímax de la serie… si queda alguien dentro de la serie para batallarlos, claro.
SERIÁLICOS: Umm, no lo había visto así. Me gusta ese razonamiento para mantener el misterio (que obviamente es el que querían los creadores de la serie). Sí, funciona, tienes razón. Pero mantengo lo de la gratuidad visual de esa trama. Y lo del cierre, es lo que le decía a Antonio más arriba: se les ha quedado algo flojo (incluso ¿pelín ridículo?)
LETRA AMARILLA: Jeje, no, te equivocas. El año pasado le puse nota explícita a la temporada: un 7,5. Lo hice precisamente para intentar contrarrestar las críticas que le hacía, precisamente porque daba yo la sensación de que todo fue un desastre… y no fue así.
RISU: Lo mismo que te digo una cosa, te digo la otra: no te he entendido ni media frase… (por cierto, Nahum es mi segundo nombre, no un apellido).
RAMIS: Puede ser, claro. Por ahí iba lo que me sugería Seriálicos. Pero, en ese caso, ¿por qué el interés de Ramsay de no decirle el nombre antes al pobre Theon? Bueno, para alimentar la crueldad de su tortura, supongo. Vale.
Rafa Krk
Ha sido una temporada de fogonazos, con la mejor colección de escenas deslumbrantes de lo que llevamos de serie. Lo peor es que se ha quedado ahí. Por lo demás, lenta, de narratividad difusa, extensísimos diálogos (por parejas, curiosa estrategia de los guionistas) y mal cerrada nuevamente, con un season final flojito.
Me parece especialmente llamativo, por ingenuo (cuando uno estudia guion lo ponen como mal ejemplo), la trama de Theon. Truco sucio, porque no hay justificación narrativa que lo defienda. Esa trama avanza a paso lento sin que te enteres de nada hasta que al final se sacan de la chistera quién es la persona que está torturando a Theon. Y que pobre se queda también la trama de Jon Snow, demasiado adolescente y fuera de tono con otros pasajes.
Esperamos un artículo sobre \’House of cards\’, Alberto, ¿llegará? 🙂
herb_b
Superado con nota el complicado reto de estar a la altura de unos libros tan buenos y complejos como los tres primeros… les queda, sobre todo a partir de la quinta temporada, pero ya empezando con la siguiente, a juazgar por como van adelantando alguna trama, el quizas aun mas dificil reto de adaptar las novelas 4 y 5 sin que se note demasiado que en su version literaria, a Martin se le fueron totalmente de las manos el ritmo, la estructura, los 7 reinos y los arcos de mas de un personaje. Dificil, aunque no imposible, ya que a pesar de todo, el problema esta mas en como se cuenta que en que se cuenta, y aun hay una historia interesante detras… pero el trabajo de reescritura, va a ser bestial, mucho mas complicado aun que lo visto hasta ahora.
Aitor Zobaran
Hay algo de ese penúltimo capítulo de la 3ª temporada que me choca: Al inicio del segundo libro, cuenta como Robb Stark recordaba esos hechos desde la perspectiva delos ochenta años de edad; y resulta que aquí resulta que lo matan sin posibilidad alguna de resurrección, Algo muy raro…