, archivado en El juego del calamar

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Desde hace un mes parece que todo el mundo seriéfilo ha perdido la cabeza por un molusco cefalópodo: El juego del calamar, la serie de Netflix que lo ha petado. Bueno, no solo los amantes de las series: el contagio ha sido tal que hasta se multiplican los artículos apresurados sobre su influencia en los patios de colegio, se escrutan las pistas del relato como si se tratara de un caso forense o se elevan lecturas sociopolíticas que harían las delicias de Slavoj Žižek. No hay duda de que la sangrienta El juego del calamar ha sabido tocar las teclas adecuadas para que medio mundo se haya familiarizado con una gigantesca muñeca asesina, haya rememorado el juego de canicas de su infancia o sea capaz de calcular el cambio de moneda entre el won y el euro. Todo ello mientras asistía a una competición salvaje donde perder en un juego de niños equivale a salir con un riñón amputado… y con los pies por delante.

Como es obvio, este adictivo thriller creado por Hwang Dong-hyuk aporta un sabor inédito —especialmente macabro— a un subgénero de las historias de acción y aventuras que podríamos traducir como «drama de supervivencia». Relatos oscuros, desahuciados, violentos, distópicos incluso, en los que el esfuerzo físico de los protagonistas por sobrevivir pulula por el centro de la trama. En el extremo más terrorífico de estas luchas por seguir coleando estarían propuestas cuasi-gore como la saga Saw y, en la esquina más cerebral, aquella pesadilla matemática y kafkiana que era Cube. No obstante, el referente más citado al hablar de El juego del calamar es Battle Royale, una demoledora película japonesa del año 2000 en la que un grupo de alumnos de instituto eran forzados a pelear en una isla hasta que solo quedara uno respirando. El filme es una adaptación de una novela escrita por Koushun Takami. El éxito de aquel fenómeno fue tal que hasta existe una colección de mangas, que son todavía más controvertidos por su explicitud sexual y hemoglobínica.

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Un Comentario

  1. Flames

    Ya estaba esperando una reseña sobre esta serie…….

    Al principio empieza uno a verla con mucho interés y curiosidad….. pero he de decir que a mí me parece que se va desinflando. Lo que más me atrapó de la serie fue el desarrollo de los juegos. Una vez establecidas las reglas de un juego infantil, el hecho de tratarse de juegos a vida o muerte, provoca situaciones dramáticas, pero respetando las reglas del juego. Se producen situaciones muy curiosas, pero siempre respetando las reglas establecidas.

    Del resto de la serie, no me parece que haya mucho más que decir: muy exagerada, maniquea…. infantil…. me recordó a LA CASA DE PAPEL en esos aspectos, pero me parece mejor esta serie coreana, lo que no es decir mucho.

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