Aterrizabas en la Universidad, vestido de pipiolo, y te encontrabas a un cura que fumaba tabaco negro, gastaba voz nasal y tenía muy mala leche. Al rato -o quizá años después, al volver la vista atrás- te dabas cuenta de que D. Gonzalo Redondo era un apasionado defensor de la la libertad individual y, precisamente… Leer más »